El oficial fue condecorado como héroe después de que en el Cenepa (conflicto bélico con Perú, 1995) comandara a 250 soldados y mantuviera por semanas las posiciones de Ecuador en Tiwintza.
Un parche en el traje verde pixelado de Luis Castro da cuenta de esos días de victoria. Él es uno de los pocos soldados condecorado con la Medalla de las Naciones Unidas otorgada por la Secretaría General del organismo, pero a su carrera militar de 30 años se suman los hechos de un solo día, el 30 de septiembre del 2010.
Ese jueves 30, Castro fue encomendado por otro boina roja como él, el general Hegel Peñaherrera, para realizar una ‘orden preparatoria’ (una acción militar) para el eventual rescate del presidente de la República, Rafael Correa, del Hospital de la Policía.
“Cerca del mediodía recibí la disposición de preparar a las tropas y realizar una planificación”, dijo Castro a EL COMERCIO, en entrevista, cuatro días después del 30-S. “A las 13:30 se decretó el estado de excepción. El coronel Castro empezó a hacer su apreciación; las vías terrestres estaban cerradas. El Grupo Especial de Operaciones Ecuador (GEO) se encontraba en una práctica de rescate de avión en Latacunga”, reveló entonces Peñaherrera.
Esa tarde, Castro se desplazó a Quito con 224 hombres (boinas rojas) en dos helicópteros MI y Súper Puma. En el Colegio Militar Eloy Alfaro, en el centronorte de la ciudad, confluyeron además tropas desplazadas desde Chimborazo (Batallón de Caballería Blindada 11), Imbabura (Grupo de Caballería Motorizada 36), Sucumbíos (BOES-IV) y Quito.
Según el informe del Comando Conjunto de las FF.AA. (Comaco) sobre los hechos del 30-S (documento fechado el 18 de octubre): “La planificación para la operación de rescate al señor Presidente Constitucional de la República fue asignada al Comandante del GT 4.2 (Brigada de Fuerzas Especiales Nº 9 Patria) la misma que siguió los pasos del Proceso Militar en la Toma de Decisiones establecidos en la Doctrina Militar en vigencia, esta planificación fue presentada al Sr. Jefe del Comaco y miembros del Estado Mayor Conjunto, la misma que fue aprobada para su ejecución”.
En la entrevista con este Diario, Castro, quien comanda la Brigada de Fuerzas Especiales en Latacunga, dijo que antes del operativo militar se realizó un sobrevuelo en helicóptero sobre el Hospital de la Policía y se ubicaron cinco posiciones de francotiradores.
Según fuentes militares, Inteligencia realizó filmaciones de la presencia de esos armados en las azoteas de edificios, como el Regimiento Quito y el Departamento de Medicina Legal, pero dichos documentos no se hicieron públicos en el proceso penal que procurara probar el intento de magnicidio al Presidente el 30-S.
Según el informe del Comaco, a las 18:30 de ese jueves un oficial de Inteligencia Militar dio cuenta, en el puesto de mando del Colegio Militar, que en las inmediaciones del hospital habían sido detectados francotiradores. El oficio refiere que la información proporcionada por el agente de Inteligencia (número de policías insubordinados, tipo de armamento, vías obstaculizadas, planos del hospital) fue “valiosa” para completar la planificación.
Castro trazó el plan de rescate y dispuso que los boinas rojas formaran el cerco de seguridad que permitió el ingreso al hospital de 63 militares del Grupo Especial de Operaciones Ecuador (GEO).
“Una vez que logramos sacar al Presidente ordené desaferrarnos de la Policía. Ahí es cuando recibo el mayor ataque de ellos. La mayor cantidad de heridos tienen balas por la espalda”, aseguró Castro, quien no recibió medalla por el 30-S, pero nueve meses después fue ascendido de coronel a general en el Ejército.