La posición del Ecuador en la OPEP es realmente deplorable. Una actitud lloriqueante, junto con Venezuela, porque sus lamentos por el precio bajo del crudo y los llamados a que los grandes productores recorten los volúmenes de producción son abiertamente ignorados. ¿Es que los ilustrados gobernantes de esos países no se dan cuenta de los intereses árabes y de sus políticas comerciales?
Arabia Saudita, el socio de la OPEP que más petróleo produce, claramente ha decidido no perder su cuota de mercado y sostener una guerra de precios que ponga fuera de juego a los campos menos eficientes o de mayores costos de operación. El ‘fracking’, que ha ubicado a EE.UU. como el mayor productor de crudo del mundo, se dice que tiene costos de extracción no menores a 30 dólares por barril y que, por tanto, tendrá que salir del mercado una vez que se agote su disponibilidad de efectivo. Logrado este propósito, los precios del hidrocarburo recuperarán niveles de entre 50 y 60 dólares, con lo cual su economía volverá a ser superavitaria y no habrá perdido su posición de primer exportador mundial. Hasta tanto, sus enormes reservas líquidas acumuladas a lo largo de muchos años de precios altos, le permitirán sostener su nivel de vida.
No hace falta ser PhD para entender una estrategia simple como la expuesta en las líneas anteriores. Y no valdrán pataleos ni arrepentimientos para que la Casa de Saud modifique su política. No de otra manera se entiende la decisión del cartel petrolero en su última sesión del 4 de diciembre, de eliminar el tope de 30 millones de barriles al día que se había establecido –aunque no necesariamente cumplido– años atrás. Así resulta que la medicina del voto arrollador de los 100 diputados en la Asamblea frente a una raquítica oposición de 36 legisladores, le ha tocado vivir a la RC en el primordial tema del petróleo.