La corrupción es a la vez causa y efecto del subdesarrollo y, desgraciadamente, contamina a todas las capas de la sociedad, lo que permite que la impunidad se mantenga incólume.
Como hemos visto en los últimos meses, únicamente se le puede poner al descubierto cuando interviene un país desarrollado que actúa sin temor de complicidades comprometedoras o retaliaciones.
Una vergüenza para Brasil, Paraguay, Ecuador, etc., que permitieron la corrupción rampante entre los directivos del fútbol, hasta que Estados Unidos desenmascaró algunos de los culpables.