A las 08:45 de ayer, Ximena Puruncajas llegó a su casa para descansar, después de una larga velada nocturna en su trabajo. Cuando se dispuso a dormir escuchó un fuerte ruido. Era la música proveniente de un local comercial ubicado frente a su vivienda.
Puruncajas vive en el tercer piso de una casa, en las calles Enrique Garcés y Augusto Arias, en el sector de San Bartolo, en el sur. “Desde las 09:00, cuando voy a dormir, el fuerte ruido me perturba mucho”.
Desde su habitación y terraza se escucha claramente el sonido de una emisora radial. “Es una falta de respeto para todos”, comentó Puruncajas.
Con esto concuerda su vecina Clara Urrutia, quien vive en la casa contigua. “Inicialmente, la música era los fines de semana, ahora ya es todos los días. El sonido es constante y molestoso”, se quejó Urrutia.
A más del ruido de los parlantes, los moradores del sector también se quejan por el sonido que emiten las alarmas que se activan en la noche y madrugada, en las instalaciones del mismo negocio.
En el norte hay reclamos parecidos. Elsa Trujillo vive en un casa de tres pisos, en la av. Jorge Garcés, en el Comité del Pueblo. Allí, frente a su vivienda, hay un local donde se venden equipos de sonido. En la puerta de ese negocio hay dos parlantes.
“Esta es una calle transitada y el comercio empieza desde temprano. Los sábados y domingos, a las 08:00, ya se escucha la música. Es imposible conciliar el sueño, ver la televisión o escuchar la radio”, contó Trujillo.
La vecina intentó hablar con el propietario del local comercial. Él respondió que los parlantes están dentro de su propiedad y que necesitaba hacer publicidad de su negocio.
Lo mismo sucedió con Puruncajas, quien desconoce donde se puede realizar una denuncia por ruido excesivo. Tampoco sabe si existe una sanción para quienes hacen bulla.
Desde el 2007, entró en vigencia la Ordenanza municipal 123 . Esta normativa se creó con el fin de controlar el ruido en las calles de la ciudad.
La Secretaria de Ambiente del Municipio define al ruido (contaminación acústica) como la alteración de los sonidos ambientales en los espacios habitados dentro de la ciudad.
Hay reglas técnicas para el control de los ruidos emitidos por altoparlantes, discomóviles, motores de autos, pitos, sirenas, entre otros elementos. La regulación rige para aquellas zonas ubicadas cerca de los hospitales, guarderías, escuelas, lugares de descanso y áreas residenciales.
Allí, el sonido no debe rebasar el tope máximo de 55dB (decibeles, medida del nivel del ruido) durante el día y de 45dB, desde las 20:00 hasta las 06:00.
Sin embargo, ningún sector de Quito cumple con la normativa. Un informe de las ocho administraciones zonales recogido en el Atlas Ambiental de Quito, elaborado por la Universidad San Francisco, muestra que en la Administración Zona Norte el nivel de decibeles es de 92,5, el más alto en toda la ciudad. Es decir, excede en 37,5dB.
En otras zonas, las cifras también son altas. Por ejemplo, en Tumbaco el nivel de ruido llegó a 87,2dB y en La Delicia a 88,1.
Esto ocurre porque en la ciudad hay calles con mucho movimiento comercial y congestión. Eso se ve en vías como la Ramírez Dávalos, en La Mariscal, en la 10 de Agosto, en El Ejido, entre otras. Al transitar por estas calles, los peatones se enfrentan a sonidos estridentes. Luis Donoso, médico y habitante de Cotocollao, en el norte, aseguró que el ruido es perjudicial para la salud de las personas.
“Perturba el sueño y la relajación. Impide la concentración y el aprendizaje. Crea estados de tensión que pueden causar enfermedades (cardiovasculares) y daños fisiológicos, irreparables en el sistema auditivo”.
Las denuncias por ruido en actividades industriales, comerciales o de servicios, se pueden realizar en las comisarías de Salud y Ambiente de las ocho administraciones zonales.
También en la Unidad de Protección Ambiental de la Policía o en la Secretaria de Ambiente, en la Río Coca e Isla Genovesa.
Puruncajas no cree mucho en la efectividad que pueda tener la denuncia, pero está averiguando alternativas para que le obliguen a su vecino a no poner música a todo volumen.