Los jóvenes Angel M Castroman, Maria Caridad Gonzalez y Marcel Cabrera hablan sobre los cambios en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Foto: Carla D. Martínez Fernández/ GDA
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Tres generaciones de cubanos analizan la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU.
Ya el primer paso se consumó y las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos comenzaron a funcionar por primera vez desde 1961, en un escenario plagado de desafíos que los cubanos miran con una compleja mezcla de esperanza y desconfianza.
El Nuevo Día visitó una residencia en el sector Casino Deportivo de la capital cubana. Este es un barrio compuesto en su mayoría por cuentapropistas, funcionarios de distintos niveles en el gobierno y por profesionales que trabajan para ministerios o empresas estatales y/o extranjeras.
Es, en el contexto nuestro, lo que se puede llamar una zona de clase media, alejada del estereotipo cubano proyectado usualmente desde comunidades como Centro Habana o La Habana Vieja.
Aquí se tiene un nivel de vida más alto, usualmente dado por acceso al codiciado peso convertible o CUC, que viene a ser lo mismo que poseer divisar extranjeras. Son familias de nivel profesional alto, que han aprovechado al máximo el precepto cubano de que en Cuba se da acceso igual a la educación, la salud y a los servicios básicos, pero cada cual labra su futuro de acuerdo con su nivel de capacidades.
En la residencia de Magaly Pérez Maqueira, cuyo esposo trabaja con una empresa extranjera, tres generaciones de cubanos del popular barrio habanero se juntaron a discutir sobre lo que esperan traiga de ahora en adelante la reanudación de las relaciones diplomáticas.
Los mayores del grupo fueron don Evelio Pombo Pérez, de 77 años, y Sandra Castro Figueres, de 64 años. Ellos han vivido prácticamente todas las fases de las tensas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y tienen sus perspectivas sobre el tema.
“He vivido una parte muy importante de esta relación. Es una decisión muy acertada entre ambos gobiernos. Llegar a la normalización va a ser una tarea muy difícil, pero se van a resolver los problemas que quedan, que son bastantes. El bloqueo ha afectado a varias generaciones de cubanos, ha sido dañino, pero ha sido el pueblo cubano el que ha vencido todo esto porque ha estado unido”, dijo un lloroso Pombo Pérez, quien todavía labora en el Ministerio de Comercio Exterior.
Castro Figueres está jubilada. Ella es menos optimista y desconfía mucho del proceso. “Estoy escéptica todavía, hasta que no vea que la cosa sea como debe ser. Hemos pasado mucho con Estados Unidos y hay que esperar a ver si las cosas se mueven. Confiar plenamente, eso no, no confío en Estados Unidos y nunca lo haré, porque a eso es lo que nos han enseñado”, expresó la mujer.
Pérez Maqueira, la dueña de la residencia, es parte de la segunda generación. Tiene 52 años y es parte del 77% de la población cubana que se ha criado fundamentalmente dentro del bloqueo o embargo.
“Esto es lo más importante que nos ha pasado para poder emprender un camino de negociación entre ambos países, respetando nuestras diferencias. Espero que todo mejore, en la ciencia, la economía, la salud, en todo. Le pido a Obama que quite el bloqueo. Vivir el bloqueo ha sido duro, hemos tenido que vivir en guerra y lucha para sobrevivir, y seguiremos luchando”, expresó.
Entonces llegamos a la generación más joven, los muchachos que recién se estrenan en la madurez, pero que ven cómo estas tensas relaciones han marcado sus vidas.
“Este es un momento de gran significación histórica, porque va a quedar marcado en el país, ya que habrá nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Los dos países se van a abrir y va a ser un paso de avance en la población cubana, para que ahora lleguen productos que ahora vienen por terceros países y que Cuba se exponga a un gran desarrollo, porque Estados Unidos, aunque para nosotros ha sido un adversario, es un adversario con mucho poder económico y nos podría servir de mucha ayuda en el porvenir que tenemos”, expresó Marcel Cabrera Calzadilla, un joven de 16 años que cursará el cuarto año de escuela superior.
Para María Caridad González, de 17 años y estudiante de cuarto año, el acercamiento permitirá que “los cubanos puedan viajar a Estados Unidos sin tanto problema, que puedan ver sus familiares. Además, ampliaríamos el comercio para permitir un mayor desarrollo de la tecnología, los alimentos y los medicamentos”.
Así, tres generaciones de cubanos ven lo que será un evento fundamental en el futuro de su país. Queda por esperar si esas proyecciones se materializan o se hacen sal y agua.