Jairo Castañeda dirigió la ceremonia del Inti Raymi en la explanada del Centro Cívico Eloy Alfaro. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Una espiral de pétalos de rosas tomó forma sobre los adoquines de la explanada del Centro Cívico Eloy Alfaro. Frutos frescos, de los más variados, fueron colocados sobre este altar o ‘chakama’, como ofrendas para el taita sol.
Con un traje blanco, envuelto en una nube de humo y con total reverencia, Jairo Castañeda, quien heredó la sabiduría amauta, dirigió la ceremonia del Inti Raymi -o fiesta del sol-, este miércoles 24 de junio en Guayaquil.
La Dirección de Educación Intercultural Bilingüe, de la Subsecretaría de Educación de Guayaquil, organizó este ritual andino en honor al padre sol. “Esta ceremonia se hace por dos razones: una, en agradecimiento por todos los productos que por el padre sol y la fuerza de la madre tierra tenemos; y la otra, por el primer solsticio del tránsito del sol en el cosmos”, explicó Castañeda, un yachak o sabio curandero de los pueblos de Otavalo.
Cada 21 de junio es el solsticio de verano en el hemisferio sur y la fecha exacta para esta ceremonia ancestral. En nuestro país, las comunidades indígenas celebran anualmente cuatro raymis: el Kolla Raymi (equinoccio de otoño, el 21 de septiembre), el Kapak Raymi (el solsticio de invierno, el 21 de diciembre), el Pawkar Raymi (equinoccio de primavera, 21 de marzo) y el Inti Raymi. Así lo explicó Ricardo, un pequeño estudiante de la escuela intercultural Santiago de Guayaquil.
Luego del ritual, que empezó a las 14:00, cuando el sol resplandecía al máximo, Castañeda tomó un atado de hierbas verdes para realizar algunas limpias y librar de las malas energías a los asistentes. También compartió los frutos ofrendados. Manzanas, uvas, naranjas, peras, cereales… autoridades, profesores, padres y alumnos tomaron algo para sí.
Desde la mañana, en el Centro Cívico se concentraron decenas de planteles, fiscales y particulares, para participar en una feria intercultural. Grupos afroecuatorianos, montubios e indígenas mostraron sus tradiciones en exposiciones y bailes típicos.
José Acuña, Shirley Palma y Walter Bazurto participaron en una danza indígena. Lucieron máscaras, sombreros coloridos, anacos y pantalones con campanillas. Los jóvenes estudiantes asisten a la unidad educativa intercultural del cantón Durán (Guayas) y mostraron con alegría sus raíces. “Con estas actividades aportamos a rescatar nuestras costumbres”, dijo José después de bajar de la tarima.
Raúl Aucanshala es maestro en la unidad educativa intercultural Fernando Daquilema. Vive en Guayaquil desde hace 20 años y está orgulloso de demostrar sus orígenes. “Soy licenciado en Lenguas Extranjeras, doy clases de inglés; pero no puedo olvidar mis raíces y por eso también doy clases en kichwa. Eso es lo que busco transmitir a mis alumnos, para que nuestras tradiciones no se pierdan en este mundo moderno. Quienes no valoran sus raíces son hombres muertos, simplemente no existen”.
Actualmente, 148 956 estudiantes acuden a 1 912 instituciones de educación intercultural bilingüe en todo el país. Solo en la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), se educan 3 898 estudiantes en ocho planteles de este tipo.
En Guayaquil, desde hace 15 años se trabaja en la educación intercultural bilingüe. Se calcula que más de 300 000 indígenas viven en la ciudad y niños y adolescentes tienen la oportunidad de mantener sus costumbre, aunque lejos de sus comunidades ancestrales.
Para Martha Yuquilema, directora de Educación Intercultural en la zona 8, con estas prácticas se busca rescatar la identidad de las nacionalidades indígenas del país. “Con estas prácticas, como la del Inti Raymi, buscamos rescatar la lengua, las tradiciones. Esta ceremonia es en agradecimiento por la cosecha. Luego nos prepararemos para una nueva etapa de vida, en la tierra fértil… Eso también buscamos en nuestros alumnos”.