En el interior de la Plaza de Toros, en la arena había un pequeño escenario levantado. Foto: Mariela Rosero/ EL COMERCIO.
Responde su celular, indica a un grupo de adolescentes por donde ingresar para la práctica de flashmob y pide esperar un poco a otro. María José Abril, de 21 años, es una de las coordinadoras de los voluntarios de Quito, que participarán durante la visita del papa Francisco, prevista para el 6 y 7 de julio. “Es un papa de las calles, que conquista corazones de piedra para la iglesia”, asegura la estudiante de Comunicación Corporativa de la UDLA, que pertenece al grupo Lazos de Amor Mariano, que promueve retiros espirituales. En Ecuador deben ser 1 200 sus miembros y unos 500 entre el norte, el sur y Los Chillos.
La noche de este viernes 19 de julio se reunieron por primera vez más de 5 000 voluntarios. La idea original era juntarse en las instalaciones de la Universidad Católica, pero decidieron buscar un espacio más grande y la cita se desarrolló desde las 17:30 en la Plaza de Toros, en la Amazonas y Tomás de Berlanga.
“¿Quién no quiere ver al Papa?”, admitió María José y una sonrisa dejó ver la ilusión que siente, como otros tantos fieles católicos. Sin embargo afirmó que ella y los demás participantes tienen claro que no están registrados para asegurarse un sitio de privilegio para ver al Santo Padre. “Estaremos ahí para servirle, para dar la bienvenida a todas las personas que buscarán escucharlo y verlo”.
En una de las entradas de la Plaza de Toros se escuchaba un cántico, aplausos y el sonido de un pequeño tambor. Cerca de 10 muchachos cantaban y guiaban a quienes accedían al lugar para el encuentro. Otros se encargaban de orientarlos, les entregaban un pedazo de papel en el que debían llenar algunos datos: nombres, cédula de identidad, número de celular, entre otros detalles. En principio se buscó voluntarios en las parroquias.
Luego se salió a los parques, centros comerciales y otros sitios concurridos. La invitación inicialmente fue para personas de entre 18 y 45 años, pero cuando llegaron decenas, cientos de ciudadanos que superaban esa edad, se decidió no limitar su participación. Solo se les preguntó si están saludables y si dispondrán de tiempo suficiente.
En el interior de la Plaza de Toros, en la arena había un pequeño escenario levantado. Desde ahí la comisión a cargo de animar a los voluntarios les enseñaba los pasos del flashmob, que podría ser parte de un video que esperan enviarle al papa Francisco. También repetían una y otra vez la canción que Damiano escribió a propósito de la visita del líder de la Iglesia Católica.
“Desde aquí, en mi fe que es mi casa y mi mundo… Desde aquí, de mi tierra de amor, tan profundo… Desde la devoción de tu gente y la esperanza siempre vigente, abro todas mis puertas, para que entre la luz… Desde aquí donde se unen los dos hemisferios tenemos la ilusión de encontrarnos en el evangelio… Bienvenido, bienvenido, papa Francisco bienvenido… Ecuador entero te recibe con su calor y amor”.
Mientras jóvenes y adultos intentaban seguir el paso y aprenderse la letra, Sor Vidalia, de 33 años, se movía y no dejaba de cantar. Es parte de la congregación Siervas de María, ministra de los enfermos. “Es una alegría tan grande la que sentimos. El Vicario de Cristo nos visitará. Es una bendición que llegue a Quito”, comentó. Ella es parte de la comisión de animación y como los demás le encantaría ver de cerquita al papa. “Todos tenemos esa esperanza. Pero mi fe no se terminará si no se puede, será una bendición sentir su presencia y aunque sea mirar al enviado de Cristo en la Tierra convertido en un puntito, de lejos”.
Carolina del Hierro también era una de las voluntarias, a cargo de la comunicación. Integra el Movimiento Apostólico Schoesnstatt, desde hace cinco de sus 20 años. “El fundador nos enseñó a hacer todo por amor, a ser alegres. El movimiento nos pide vivir una vida católica, entregados a María. Eso no significa que dejemos de ir a una fiesta, de tomar una cerveza. Creer en Dios no es aislarse de la sociedad. Como dice el papa Francisco, debemos jugar adelante”.
Esta muchacha dijo que no se sentirá triste si la ubican a cinco o más metros del padre Francisco. “Estaremos humildemente, para servirle a él y también a los peregrinos”.
Juan Naranjo, de 48 años, vive y trabaja en Ambato, en donde acude a las reuniones del grupo Lazos de Amor Mariano. Por eso no dudó en sumarse a los voluntarios de Quito. Estará junto a su hija Andrea, de 24, quien reside en la capital. “Creo fervientemente en Dios. El papa llega para ayudarnos en estos momentos de conflictos”.
Daniela Ávila, de 22 años, le entusiasma la idea de escuchar al papa Francisco. Acude una vez a la semana a la Iglesia. Estudia Negocios y Relaciones Internacionales en la Universidad Católica. “Desde que supe que llegaba supe que debía sumarme y ayudar como voluntaria”.
En la Plaza de Toros había un grupo de chicos que no participarán como voluntarios. Un ejemplo es María Paz Páez, de 20 años, de la parroquia La Dolorosa. Ella con otros compañeros ofrecía estatuillas del papa Francisco por USD 5, velas a 4 y un DVD con su vida por 3.