Un camión y un bus se estrellaron contra el muro de una cerrajería y una casa de dos pisos. Foto: EL COMERCIO
El portón café permanece igual desde el 9 de abril. Hay tablas y metales retorcidos y oxidados. A un par de metros, el pasamanos que cubre unas gradas de cemento luce igual.
El responsable se niega a reparar los daños, aunque los propietarios aún esperan que lo haga. “No está bien que solucionemos algo que no hemos causado”, dice Patricia Valenzuela. Ese 9 de abril, una volqueta resbaló por la calle Mariano Calvache, en Bellavista (norte de Quito), y golpeó a otros tres vehículos.
Los autos impactaron en el portón café y en el pasamanos.
El conductor aparentemente no activó el freno de emergencia y la volqueta se deslizó por la vía adoquinada.
La nueva ley penal (art. 380) fija multas y pérdida de puntos en la licencia cuando se reportan accidentes con daños materiales.
En estos días, la Asamblea analiza endurecer las penas si alguien causa percances con destrucción de bienes.La reforma plantea la máxima sanción: seis salarios básicos y pérdida de 13,5 puntos a la licencia (hoy son cuatro salarios y 9 puntos menos).
Sin embargo, de aprobarse este cambio solo regiría para quienes manejen en estado etílico o con efectos de drogas.
La Judicatura ya identificó en el 2012 trabas para cobrar a los conductores la reparación de los bienes destruidos. Incluso desarrollaron un proyecto para reducir la impunidad.
En los primeros seis meses de estar vigente ese programa los infractores indemnizaron a 400 víctimas y cancelaron USD 800 000 por daños materiales, en seis ciudades.
Ala familia Lozada solo le pagaron USD 500 por el hueco que provocó un bus en la puerta y en la fachada de su casa, en el sector de La Ecuatoriana (sur).
Lourdes Lozada señala la mancha del enlucido que aún se distingue en la pared. Foto: EL COMERCIO
Ese monto no alcanzó para cancelar la mano de obra del albañil y la pintura. La familia invirtió USD 160 más. Seis meses después del accidente, la mancha del enlucido se distingue desde la calle principal. Necesitan otros USD 200 para pintar esa parte de la pared.
Los vecinos todavía recuerdan el fuerte estruendo que escucharon el 9 de octubre del 2014. Esa mañana, un camión salía de una fábrica en sentido sur-norte e intentó dar un giro en U.
Un bus del Corredor Sur Occidental, que bajaba por la vía principal, chocó la parte posterior del camión y los vehículos se estrellaron contra la casa de la familia Lozada.
En el primer trimestre del 2015 se han registrado 8 472 accidentes en las vías del país.
De esa cifra, en el 25% la Policía reportó bienes destruidos (sin heridos ni fallecidos), según la ANT. Pero no solamente las fachadas resultan afectadas en estos hechos. Con los autos particulares sucede igual.
En el accidente registrado en Bellavista, el carro de Carlos Lugmaña quedó inservible. La volqueta destrozó el capó, el motor, el radiador y otras piezas costosas.
Él compró el carro en el año 2010 y terminó de pagarlo el año anterior. No estaba asegurado y en la concesionaria le dijeron que repararlo costaría más de USD 23 000.
El mismo día del choque contrató un abogado. Ahora el caso se dirime en los juzgados y está a la espera del segundo informe de la Policía, porque no estuvo de acuerdo con el primer parte mecánico entregado.
En ese documento, los agentes avaluaron los daños del carro en apenas USD 6 500.
Víctor Romero es juez de tránsito y admite que puede haber ocasiones en que los informes no sean exactos. Los jueces se basan en esas pericias para fijar en la sentencia los pagos a los perjudicados. Igual valoración se hace si los bienes son públicos, como postes de alumbrado o señaléticas.
Una volqueta chocó a tres vehículos y provocó daños en las fachadas de dos inmuebles. Foto: EL COMERCIO
Para cobrar esa indemnización todo el proceso judicial puede durar entre cuatro y 12 meses, según Guillermo Abad, director de Justicia Vial.
El Código Penal también fija procedimientos más rápidos (juicio directo, conciliación, suspensión condicional de la pena). Todo depende de la colaboración del responsable.
Lugmaña quiso llegar a un acuerdo con el chofer de la volqueta, pero recuerda que se “portó más bravo”. “Tengo abogados y esto se puede alargar”, le dijo el conductor.
Su esposa fue la más perjudicada. Ella está embarazada y utilizaba el auto para ir a los chequeos médicos. Ahora se moviliza en buses.
Ángel Jaramillo también resultó afectado en el accidente de La Ecuatoriana. Uno de los muros y la puerta metálica de su cerrajería se vinieron abajo.
Un mes esperó hasta que solucionaran los daños. En esos 30 días, Jaramillo durmió en el negocio para que no le robaran.
El 9 de abril, Patricia Valenzuela también perdió su taxi. Ganaba USD 50 diarios, que ahora ya no los percibe. El sospechoso no asume ni los USD 350 por los daños del portón café ni la reparación del taxi.