Lo que pudiera lucir como una simple excitación física es generalmente mucho más complicado. Foto: Flickr.
¿Qué es el deseo sexual? ¿Es acaso un instinto animal y crudo? ¿O es tal vez algo más consciente? Según el filósofo Seiriol Morgan, el deseo sexual no es un deseo en el estricto sentido en el que es un anhelo que persigue algo que no se posee, por ejemplo, un carro, una novia.
“El deseo sexual involucra el placer corporal y ciertos estados o procesos mentales. Es más parecido a las emociones, tales como el amor y el cariño que al deseo en el sentido tradicional de la palabra”, dice la doctora Berit Brogaard, de la Universidad de Miami, una neuro-científica y filósofa.
Ella sugiere que se considere el siguiente escenario: Juan, quien hace drogas y está en problemas con la Policía, tiene un encuentro sexual con una oficial de Policía. Parte de lo que motiva el deseo sexual de Johnny son sus pensamientos sobre el hecho de que su compañera sexual es una mujer policía.. De alguna forma, Johnny se está vengando y pensar en ello contribuye a su excitación sexual.
Otro ejemplo sería el de un hombre que está saliendo con dos mujeres a la vez y, una de ellas, se siente excitada por el hecho de que ella está disfrutando del sexo en la cama en la que su pareja ha tenido un encuentro sexual con su rival.
Lo que pudiera considerarse como una excitación puramente física o un instinto animal, en la mayoría de los casos es algo mucho más complicado. Dos personas que están teniendo un encuentro sexual anónimo para el cual han colocado pedazos de tela sobre sus cabezas, pudieran verse como un caso de puro placer físico, pero los pensamientos de esta anonimato posiblemente contribuyen a (o restan) el deseo sexual en cuyo caso este deseo no es puramente físico.
El deseo sexual en este sentido (en parte mental) pudiera ser moralmente incorrecto, incluso si todos los involucrados dieran consentimiento al acto mediante una total concienciación. Pudiera estar errado si, por ejemplo, aquellos pensamientos dirigidos hacia la otra persona, fueran moralmente censurables.
En un escena de la película ‘Perversas Intenciones’, un hombre encantador y bien parecido, que puede conseguir casi todo lo que desea, empieza a aburrirse porque todo es demasiado fácil para él, así que decide seducir a una mujer muy virtuosa que le detesta.
El deseo sexual de este hombre, en este caso, está lleno con los pensamientos del abandono obstinado de sus principios morales. Esta clase de deseo sexual pudiera considerarse como moralmente reprobable, no porque involucre al engaño, sino porque los componentes de esos pensamientos sobre el deseo son moralmente criticables.