El exalcalde Augusto Barrera unió su voz a las críticas en contra de la actual administración. El Gobierno central y el alcalde Mauricio Rodas se han envuelto en una prolongada discusión. Fotos: Eduardo Terán y María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO.
El problema es el tránsito en la capital, pero la pugna es política y el trofeo es el Metro de Quito. El Gobierno central y el alcalde Mauricio Rodas se han envuelto en una prolongada discusión y el eje central es el costo del proyecto. Sin embargo, por detrás de la ejecución se juega también el costo político para los involucrados.
Ahora, el exalcalde Augusto Barrera unió su voz a las críticas en contra de la actual administración. Después de seis meses de silencio, enfatiza que el Metro es “nuestro proyecto”, no el “de estas personas que han llegado ahora”. Incluso exige que si no pueden, le digan al Gobierno central para que “les dé haciendo”. (sic)
El discurso se repite incansablemente desde el oficialismo: el presidente Rafael Correa, el ministro coordinador de la Política Económica, Patricio Rivera y los concejales. Y mientras Rodas visita París, para conocer el sistema de transporte urbano, el exalcalde ha tenido una extensa agenda mediática, para responder a las “tonterías” que dice su sucesor.
Todos los contrincantes políticos le exigen al Alcalde liderazgo, coherencia en el discurso y financiamiento para el proyecto. Según Barrera, las cosas se hicieron bien: el incremento de entre USD 500 millones y 1 400 del costo, no es su responsabilidad.
Incluso, entre sus mismos aliados, los concejales de SUMA-Vive, no hay una posición común y no todos están de acuerdo con el proyecto.
Por ejemplo, su principal aliado electoral, Antonio Ricaurte, líder de Vive, mantiene su opinión de que el Metro es inviable. Y asegura que solo firmó el documento de propuestas para mostrar su respaldo al Alcalde. Pero advierte que en un mes Rodas deberá tomar “una decisión firme y definitiva” y responder a la ciudadanía.
El concejal Sergio Garnica insiste en que es muy caro y afectaría la capacidad futura de endeudamiento del Cabildo. Y otros, como Marco Ponce, piensan que se debería replantear la naturaleza de la obra, para que no sea subterráneo.
Por este motivo, Jorge Albán, edil oficialista, critica que Rodas no pueda alinear ni siquiera a sus concejales. Y además cuestiona el manejo político que, según él, hace del tema. “¿Cuáles son los tiempos políticos del Alcalde? ¿2017? ¿2019?”.
¿Y Rodas? El Alcalde no se pelea con nadie. Para el analista Felipe Burbano Lara se trata de un estilo de hacer política, “donde el énfasis está justo en cuidar mucho la imagen, protegerla, sostenerla”, sin entrar en controversias fuertes sobre ningún tema.
No obstante, según Burbano esta actitud tiene consecuencias, porque el Alcalde no solo se presenta así frente al problema del Metro, sino ante a todos los debates políticos coyunturales que involucran al gobierno local. Por eso Barrera también sostiene que la ciudadanía, “en poco o mucho tiempo, se dará cuenta de la calidad de la decisión que tomó” en las urnas.
El mismo Mandatario ha criticado la actitud de la Alcaldía y, aunque ratifica su cooperación, dice que no asumirán la brecha en el costo.
Pero para el exalcalde Paco Moncayo la posición del presidente Correa no es casual, porque “quiere ser la estrella” y opacar a los otros niveles de gobierno, “hacerles quedar mal”.
Ante la ciudadanía las autoridades locales y centrales dicen estar dispuestas a trabajar por la construcción del Metro. No obstante, los recursos faltantes, a ojos de todos, deben ser asumidos por el otro.
Eso lo sostienen Barrera y Albán. Pero Ricaurte pide que no mientan porque no hay recursos, ni del Gobierno central, lo que coincide con la posición del Jefe de Estado.
Aquí Moncayo advierte que el Alcalde tampoco “puede ser ingenuo” y tiene que saber relacionarse con el Presidente, sin “esperar que cambie su forma de gobernar por más que tenga una actitud amigable”.
Mario Villagomez, del Observatorio de Movilidad, aclara que el pulso entre las autoridades es absurdo y no le interesa a la ciudadanía. ¿Por qué tenemos que esperar con una pugna que parece política y no técnica?, cuestiona.
A su forma de ver, si el proyecto es viable, el exalcalde Barrera debería demostrarlo con documentos públicos. La misma vara impone para el alcalde Rodas o, en caso contrario, que admita de una vez la inviabilidad de la obra. Y la ciudad se lo aceptaría porque lo escogió por una razón el 23 de febrero pasado: “estábamos cansados del manejo de Barrera y de la injerencia del Presidente, pero estamos cayendo en lo mismo, en la decisión está en manos del Gobierno central”.
Los discursos delatan la importancia política que los bandos otorgan a la obra. Un proyecto que se presenta como la solución a los problemas de movilidad de los quiteños y cuyo rédito político recaerá sobre quien logre ejecutarlo.