Con vehículos 4×4 se llega a lugares únicos. La pericia y el trabajo en equipo son claves.
Los paseos en vehículos todoterreno requieren pericia, trabajo en equipo y solidaridad entre los participantes.
Las caravanas de estos poderosos autos preparados para sortear los terrenos más agrestes avanzan con todos o con ninguno. Si un vehículo se queda atascado en medio del camino, los demás tripulantes se bajan para ayudar. Solo de esa manera se puede avanzar en las aventuras que organizan los amantes de los carros 4×4.
En ocasiones, con empujar o halar de una cuerda puede bastar para que un carro, con tracción en las cuatro ruedas, salga del lodo. Pero también hay momentos en los que son necesarios el ingenio más el uso de palas e implementos especializados como winchas.
Una parte del camino que lleva a los intrépidos a la laguna.
Esa es precisamente una de las tácticas de Miguel Recalde, aficionado a los autos que desde hace cuatro años practica el 4×4. Él sale con su esposa, Cecilia Salazar, quien se baja a ayudar a empujar, le indica por dónde colocar la llanta y hasta toma las fotografías del recuerdo, como buen copiloto.
Ambos participaron en un paseo que organizó el grupo Todo Terreno, hace dos semanas, en los páramos de la laguna de Salayambo, en Cotopaxi.
En un día con sol, sin vestigios de lluvia, un carro 4×4 convencional puede transitar por esos caminos de la Reserva de los Llanganates. Pero si en los días anteriores llovió, por ese lugar solo pueden transitar vehículos con más preparación, con llantas de gran tracción y todo lo que tengan al menos wincha, lo que es indispensable para engancharse con otro carro y salir de un apuro.
Los amantes de esta modalidad gastan tiempo y dinero en modificar sus carros porque solo así pueden dar rienda a su afición. Es más, buscan los peores senderos porque su alegría se multiplica en la dificultad.
Aquí se muestra el ascenso que conduce a la laguna de Salayambo.
Estos conductores se emocionan al llevar al límite a sus carros. Para Recalde, de 51 años y dueño de un negocio de llantas, “traccionar” y jugar al fútbol son sus distracciones, aunque asegura que en las excursiones a la montaña sale más cansado que de las canchas de fútbol.
Los aventureros de esta modalidad tienen que estar preparados para todo. En ocasiones, los paseos o las competencias de un día se convierten en pruebas de supervivencia. Eso le pasó a Juan Malo, de 58 años.
En una ocasión, este aficionado del 4×4 se quedó con el carro dañado. Hasta que sus amigos y personal de la organización llegaran para ayudarlo, en medio del páramo, pasaron 5 días.
Una vez que han sorteado esos duros senderos, parte del paseo es también buscar un sitio tranquilo, cubierto del viento, para armar el campamento. Allí, bien abrigados, también disfrutan de la naturaleza, la conversación y los amigos.
El trabajo en equipo es importante cuando los autos se vuelcan.
Sebastián Isch, de 31 años, practica esta modalidad desde el 2004. A él le emociona conducir por el lodo. Asegura que una de las claves es conocer el propio auto. Las marcas, el cilindraje, los refuerzos hacen único a cada auto. Por eso los pilotos, desde los novatos hasta los experimentados, siempre aprenden por los caminos que parecen intransitables.
No olvide
– Se requiere usar ropa abrigada y resistente al agua. Hay que llevar botas, guantes…
– Lleve comida y bebidas para no perder calorías ni deshidratarse. Frutos secos, maní…
– Una norma es el cuidado de la naturaleza. Hay que recoger fundas, papel o basura.
– Acudir con gente experimentada. Deben llevar herramientas, extintores y botiquín.