La Asamblea Nacional entregó las credenciales a los héroes y heroínas del país. Foto: EL COMERCIO
Las llamas consumían cada uno de los pasillos, puertas, paredes y ventanas del hospital Delfina Torres de Esmeraldas. Era el 25 de diciembre de 1969 cuando la enfermera Aura María Maldonado, de entonces 45 años, intentaba ingresar de forma desesperada a la casa de salud.
Los bomberos y policías que custodiaban la puerta del edificio no le permitían pasar porque podía quemarse. Entonces, ella decidió hacerlo por su cuenta desde la parte trasera del inmueble. Su objetivo: rescatar a 20 niños recién nacidos que se encontraban allí.
Logró llegar a la habitación en donde se encontraban los pequeños y los sacaba de dos en dos, uno en cada brazo. Cuando logró evacuar a todos los bebés, ingresó nuevamente para ayudar a otros pacientes. Ella se siente triste cuando recuerda que otros seis niños fallecieron porque les cayó una pared encima. En ese instante, Aura María perdió el conocimiento y se despertó luego de que las llamas fueron controladas por los Bomberos.
Por este hecho, la mujer hoy de 90 años recibió ayer su credencial que la acreditaba como heroína del Ecuador en un acto solemne realizado en el salón José Mejía Lequerica de la Asamblea Nacional. Como ella, otras 144 personas superaron el proceso de calificación contemplado en la Ley. De ellos, 121 son civiles, 19 militares y 5 policías que recibirán una pensión de dos salarios básicos, casas, becas educativas, entre otros beneficios que contempla la Ley de Héroes.
Para Aura María, lo importante no son los beneficios que le entregarán por ser heroína, sino la satisfacción de haber ayudado a decenas de familias. Cuando rescató a los niños, en la Navidad de 1969, su orgullo fue ver cómo la gente estaba contenta y le agradecían; otros lloraban.
Una historia similar la vivió la pequeña Yimabel Párraga, de 11 años, cuando rescató a sus tres hermanos luego de un incendio que se registró en su casa de construcción mixta en Chongón (Guayas), el año pasado. Ella recuerda que las llamas estaban a punto de alcanzarles cuando los sacó por un hueco que había en la pared de su vivienda.
A la niña la acompañaba su madre Johana Guerra, de 24 años, quien se sentía orgullosa de su pequeña. Confiesa que luego de aquel incidente su familia es más unida. Ambas agradecieron por ser reconocidas y ya sueñan con vivir en sus nuevos hogares…