Empresas públicas y privada organizaron las ‘Jornadas de Salud en Mejía’. Foto: Julio Estrella / El Comercio
La convocatoria de boca en boca tuvo un efecto parecido al del Facebook y los machacheños llegaron poco a poco, pero de manera constante, hasta la Unidad Educativa Mariano Negrete, ubicada en la av. Amazonas, a cuatro cuadras del parque principal de la cabecera cantonal del cantón Mejía.
En esa institución, la logística y los equipamientos estaban listos y dispuestos.
Entre la tarde y la noche del sábado, miembros del Ministerio de Salud, el Municipio local, la empresa Tesalia y Covial (Comisión Interinstitucional de educación, seguridad y prevención vial) habían montado una tarima en el patio principal, habilitado varias aulas para recibir los equipos médicos y montado el Covialito en el patio posterior.
Este último es un parque infantil adaptado para que los niños aprendan las reglas básicas de la seguridad de una forma interactiva.
Todos estos prolegómenos formaban parte de las ‘Jornadas de salud en Mejía por un mundo mejor’ que se desarrolló hoy, entre las 08:00 y las 13:00.
Es un proyecto piloto cuyo fin es concienciar a la población del cantón para que conozca y practique la medicina preventiva como un arma eficaz para frenar a las enfermedades y mejorar el estilo de vida, afirmaba Ramiro Barros, alcalde de Machachi, mientras recorría los diversos escenarios.
Los acordes armónicos del violín de Manuel Toaza, uno de los prestigiosos músicos de la localidad, ponía un marco acústico relajante desde la improvisada tarima.
Los 30 brigadistas de la salud, armados en grupos, se distribuían en las diversas aulas y atendían a los visitantes tomándoles el pulso y la presión; midiéndolos y pesándolos; controlándoles los promedios de glucosa; orientando a las mujeres sobre la necesidad de realizarse los exámenes papanicolau para prevenir posibles cánceres uterinos o mamarios.
Patricia Guano, obstetriz del Hospital de Machachi, afirmaba que este control se hace muy difícil para la mayoría de damas por varios motivos: falta de información, miedo a los procedimientos, experiencia negativas de otras mujeres… “Por eso, en estas jornadas, lo que tratamos es de romper esos mitos de que es feo o duele y mostrarles las bondades del examen”.
El objetivo de esta jornada cívico-sanitaria es de informar a los coterráneos sobre las ventajas de la medicina preventiva entregándoles mucha información pero con diversión y entretenimiento, explicó Stefania Dotti, funcionaria de Tesalia, la empresa local que apoyó la iniciativa.
La colaboración de los lugareños fue total. Luis Moya y su esposa Laura Yánez, por ejemplo, se encaminaron hacia el aula donde se realizaban los exámenes vitales y se pusieron en la fila de quienes esperaban que les tomen la presión, les pesen y les midan para saber si estaban dentro de los parámetros normales.
En otra aula, en cambio, Amparo Orquera mostraba su dedo índice a Gabriela Castillo, la encargada de medir los niveles de glucosa, quien la pinchaba e, inmediatamente, colocaba una gota de sangre en el Acu Chek, un medidor portátil. El 108 que marcó la pantallita estaba dentro de los parámetros normales.
Paralelamente a los exámenes médicos, en el patio posterior, cinco perros pertenecientes al ‘Centro regional de adiestramiento canino’ y sus instructores hacían las delicias de la gente mostrando el alto grado de obediencia y habilidades que poseían. Peluchín botaba ‘enojado’ las vallas que debía saltar porque no le aplaudían y Daniel, un Golden retriever, cautivaba a los presentes con su ingenio y su inteligencia.
Otro de los actos durante el evento fue la presentación de canes amaestrados. Foto: Julio Estrella / El Comercio
El sargento César Mejía, su instructor, contó que Daniel tenía un año de entrenamiento, era su consentido y que ya cumplía a la perfección las órdenes básicas que debe saber un can entrenado: ‘sit’, ‘flet’, ‘dow’, ‘high’ y ‘quitada de la gorra’.
A esa hora, los machacheños ya llenaban el centro educativo, pues se había acabado una procesión en honor de la Virgen del Cisne que recorrió las principales calles de la ciudad.
Los niños pertenecientes al grupo infantil de seguridad vial empezaban su entrenamiento interactivo en el escenario montado previamente.
En los graderíos, sus padres y familiares aplaudían fervorosamente su desempeño, como Giovanni Lozada y Elsa Valarezo, que no se perdían un movimiento de su hija Daniela.