Fiesta de San Juan en la hacienda Zuleta. Foto: José Luis Mafla / EL COMERCIO
Los petardos lanzados a las alturas parecían rasgar el despejado cielo azul. Las incesantes explosiones de los juegos pirotécnicos anunciaban la llegada de danzantes y cantores a la “toma” de la hacienda de Zuleta, en Ibarra, en el norte de Ecuador.
La quietud de la casona colonial, que desde 1898 pertenece a la familia Plaza, fue irrumpida este, 28 de junio de 2014, por músicos y bailarines, que a ritmo de alegres cantos homenajearon a San Juan. Es la culminación de esta festividad, que días antes se vive de casa en casa.
Este antaño festejo coincide con el solsticio de verano y el fin de las cosechas. Como en otras localidades andinas del país, el maíz es el principal invitado. Por ello, Ramiro Sánchez, un obrero de la hacienda, fue el encargado de dar la bienvenida con un vaso de chicha, elaborado con harina de este cereal, a todos los visitantes.
La mayoría de padrinos como María Díaz llegaron desde su casa a la hacienda zapateando y cantando coplas alusivas al santo y a la fiesta. La misión era devolver la rama de gallos que recibió el año pasado. Esta especie de tributo es un nexo solidario entre los campesinos y hacendados.
Fiestas de San Juan en Zuleta. Foto: José Mafla / EL COMERCIO
Sobre un caballo alazán, adornado con cintas de colores y espejos como exige la tradición, iban colgados 12 gallos. Por delante, 33 mujeres, ataviadas con blusas bordadas y coloridas faldas, recrearon todo el recorrido con finas coplas.
Pero, antes Díaz atendió en su casa con comida y abundante chicha a todos los invitados. “Esto es para que no se cansen de zapatear y canten con ganas durante todo el trayecto a la hacienda”, comentaba entre risas.
Un camino empedrado, flanqueado por centenarios eucaliptos, daba sombra a los agitados bailadores. A la plaza de piedra, considerada la primera edificación de este inmueble construido en 1691, llegaban uno a uno los priostes, familiares y amigos, en una especie de procesión. Junto a esta plaza, que en el centro resalta una cruz de piedra, está la casa y el antiguo obraje, en donde ahora funciona la hostería Zuleta.
Fiestas de San Juan en Zuleta. Foto: José Mafla / EL COMERCIO
Esta sin duda también es una fiesta de reencuentro. María Chachalo, vecina de Zuleta, regresó a los tres años para presenciar el colorido festejo.
Esta indígena, de 87 años de edad, rememoró las labores culinarias en las que debía ayudar cuando alguien de su familia era nombrado prioste. Ahora vive en Quito.
Los dueños de la hacienda Zuleta también son parte fundamental de esta celebración comunitaria. Fernando Polanco, administrador de la hacienda, explica que ellos son los encargados de “pasar la fiesta” a los nuevos priostes.
Polanco recuerda que su abuelo Galo Plaza Laso, expresidentes de la República, era un amante de esta fiesta, por lo que por varias décadas participó de ella.
La parte emotiva es el retorno a la vivienda de cada uno de los priostes. Ahí, los padrinos agradecen a todos los que acompañaron en esta ocasión. Y, ahora deben esperar que llegue el próximo 24 de junio para celebrar a San Juan.