Estaba haciendo cola y alguien me saludó y me preguntó el nombre. Al confirmarlo me agradecía algo que había dicho y le había cambiado la vida. En la frase que citaba yo no reconocía mi autoría, pero he aprendido con los años que eso tiene poca importancia.
Los humanos aprendemos unos de otros, sin ellos no seríamos lo que individualmente somos. Es una limitación y a la vez una enorme posibilidad.
Los gobiernos deben agradecer a quienes disienten. Es la ventana por donde entra el viento de la diversidad. Un poder, un gobierno hegemónico que solo se escucha a sí mismo es un gobierno sumamente débil que necesita corifeos que le hagan creer que todo lo que hace es correcto, loable y excelente. Es tan débil que teme el viento de las opiniones diferentes porque no tiene raíces que lo sustenten, se basa en la fuerza porque no cree en nuestra capacidad de pensar y quiere darnos pensando. Es la uniformidad bajo pretexto de igualdad, cuando la igualdad supone diversidad.
Una vez dialogué con un político molesto con una persona y un medio que se pasaban el tiempo pregonando aquello que estaba mal, no funcionaba o era dudoso. Debería asignarle un sueldo, le dije, hace lo que los ocupados en alabarlo no hacen. No tiene que pagar encuestas para saber lo que no funciona, lo tiene gratis en primera plana. Yo lo tendría muy en cuenta. Usted se mide sobre lo que hace, pero también sobre sus intenciones. Los demás opinan sobre lo que ven, oyen, saben o creen saber. Es interesante ese espejo que devuelve una imagen que no reconoce. Si el espejo devolviera elogios seguro la aceptaría.
¿Por qué rechazar cuando señalan lo que no funciona? ¿Por qué a la vez que se necesitan tanto los medios, cadena tras cadena, para convencernos,
informarnos o decir lo que al poder de turno le parece bien, se tiene tanto miedo a quienes discrepan? ¿Por qué un gobierno que se dice participativo le tiene tanto miedo a la participación disidente? ¿Somos capaces de elegir presidentes, votar por una Constitución y no podemos oír voces y pensamientos diferentes?
El poder come miedo, escribió Galeano; no solo come sino que se apoya en él, lo crea, lo alimenta, porque es uno de sus pilares, no tiene nada que ver con la democracia. El comunismo sembró su ruina al negar las virtudes del diálogo, la crítica, impidió todo debate y anuló la posibilidad de insuflar nuevas ideas.
La autoproclamada izquierda sostiene que informar y opinar sobre hechos críticos para esa izquierda es dar argumentos a la partidocracia o al imperialismo, pero lo más dañino que se puede hacer es actuar como lo que se critica. La verdad termina por abrirse paso y nos hace libres, dijo alguien a quien el poder de turno asesinó por subversivo y por decir lo que no quería oír.
Tomado de Diario El Universo, miércoles 10 de junio