Redacción Sierra Centro
Cae la tarde y en la comuna Gantus, Édison Caguana se despide de María, su madre. Luego, va a la casa de su primo John Caguana, para viajar a Riobamba.
Los adolescentes, de 13 y 14 años, respectivamente, caminan una hora por una estrecha vía de tierra hasta la parroquia Químiag. Allí esperan un bus que los traslada a la ciudad.
Un documental
En Riobamba, esta orquesta sinfónica es la única de la ciudad. Sus presentaciones están registradas en fotografías y videos. Antes de cada concierto, se proyecta un documental sobre cómo se conformó la orquesta.
Los músicos que integran esta agrupación fueron seleccionados entre 120 niños y adolescentes que participaron en los cursos vacacionales que organizó el Centro Cultural Pablo Narváez. Para establecer contacto con los directivos y representantes del Centro Cultural Pablo Narváez,
puede llamar al teléfono 08 487 8877 o ingresar a la página electrónica: www.ccpablonarvaez.com
Desde el año pasado ellos, junto con 36 niños, integran la Orquesta Sinfónica Infanto Juvenil de Riobamba, dirigida por el maestro Pablo Narváez.
La madre de Édison Caguana dice que le gusta escucharlo tocar el trombón, que su esposo Damián compró con un préstamo de USD 250. Ella expresa que su ilusión es que sea un gran músico.
El adolescente también desea lo mismo. “Quiero salir del país para especializarme en música y sacar de la pobreza a mi familia”, comenta mientras guarda en el estuche el instrumento hecho de metal dorado.
La comuna Gantus está ubicada a 10 kilómetros de Riobamba. No hay agua potable ni alcantarillado. Las 110 familias que habitan en el pueblo se dedican a la agricultura y ganadería.
Allí, John Caguana repasa las partituras de la canción Yesterday, con el trombón. Antes de viajar a la ciudad ayuda a su padre, Luis, a cargar ladrillos.
Su madre, María Shilquigua, cuenta que en mayo pasado asistió con la familia, por primera vez, a una presentación en el Teatro Nacional Sucre, en Quito.
“Es un sueño que mi hijo esté integrando un grupo de música. El día de la presentación me sentí orgullosa, porque él recibía los aplausos del público. Fue algo hermoso e inolvidable”. Los primos Caguana llegan a las 17:00 al Centro Cultural Pablo Narváez, ubicado en el barrio Los Álamos.
Diana Torres, su amiga, los recibe contenta. Ella toca el piano. “Son mis mejores amigos. El maestro Narváez dice que en su banda sinfónica todos reciben el mismo trato. En verdad, todos somos iguales”.
El Centro se conformó en 2006. En estos años, los músicos han puesto en escena, principalmente, melodías del repertorio nacional y de los grandes exponentes de la música clásica.
Además, esta entidad financia a la orquesta y entrega becas a los adolescentes que viven en la zona rural. Narváez confiesa que la iniciativa no tiene el apoyo del Municipio, Consejo Provincial, Casa de la Cultura ni del Ministerio de Cultura.
Para este pianista, que ha tocado en los mejores cruceros del mundo y es ex catedrático de la Escuela Politécnica de Chimborazo, su meta es convertir a la orquesta en una de las más importantes del país. “Pero necesitamos apoyo de las instituciones para seguir adelante con este sueño”.
Los ensayos se realizan los martes y jueves. Los chicos llegan de San Juan, El Guabo, Palacio Real (Calpi), Gantus y del centro urbano de Riobamba. En las aulas, un grupo de maestros en saxo, violín, piano, trombón… imparten sus conocimientos.
En cada presentación, los niños se visten de frac y lazo. En los últimos tres meses estuvieron en Quito, Ambato, Guaranda y otras ciudades.
Los repasos concluyen a las 19:00. A esa hora. Édison y John Caguana no retornan a su comunidad. Ellos duermen en la casa de Narváez.
“A los niños que vienen de lejos no les falta una cama caliente y el alimento. También se financian los pasajes”, dice Narváez. Esto alegra a los adolescentes, que regresarán la próxima semana, a la misma hora.