Eddie Cedeño
Las publicaciones de diario Expreso relacionadas a las millonarias contrataciones que involucran al hermano del presidente Rafael Correa han producido una gran conmoción a nivel nacional.
Múltiples discusiones entre lo ético y lo legal han inundado los medios, poniendo en jaque al partido de Gobierno y obligando al Presidente a tomar medidas de reforma a la Ley de Contrataciones Públicas, que unos meses atrás habían sido acomodadas por el Ejecutivo, justo a la medida de Fabricio Correa.
Lo interesante es el papel que han jugado los medios. De poco impacto han sido los comentarios de los líderes de los grupos de oposición. Más fuerte y notable ha sido la opinión dentro de los medios.
La política está muy ligada a la tecnología, los blogs y foros de Internet, en donde el público es un actor más. Se han llenado de críticas y censura respecto a este acto y la idea más común que se vende es: “Nosotros votamos por el cambio, no por el continuismo de la corrupción”, y pese a la labor de los partidarios borrando los mensajes en los foros, llegaron, incomodaron y preocuparon a Carondelet.
Mientras esto sucedía, el diario El Telégrafo no hizo un solo comentario que pudiese desmejorar la imagen del Gobierno. Se hizo de la vista gorda, tomó más la postura de una revista de modas más que de un medio informativo.
Por todo esto cabe preguntar: ¿es esto lo que nosotros queremos de nuestros medios?, ¿que sean actores pasivos?
Con este tipo de actitudes la prensa pierde objetividad y credibilidad, el llamado ‘Cuarto Poder’ tiene la obligación social de informar verazmente, con total independencia, sin compromisos y obligaciones, por lo que no podemos permitir que más medios caigan en manos del Gobierno.
Es más, debemos exigir que los que posee el Gobierno actualmente sean liberados para que cumplan con la sociedad.