Redacción Machala
Magner Turner Carrión se acicala el profuso bigote pelirrojo, mientras se hunde en un viejo sillón de cedro que domina una iluminada esquina de la estancia.
Como todo lo que decora aquel espacio, el sillón también guarda una historia: tiene más de 80 años y perteneció al abuelo del ex ministro de Cultura, Galo Mora Witt. Pero ahora le pertenece a Magner Turner, quien lo recuperó y restauró, “cuando a estos muebles iban a botarlos”, dice quien, nacido en 1947 en Portovelo, ama coleccionar objetos antiguos, pero mucho más ir en busca de ellos.
El mayor coleccionista de objetos del rico pasado minero de Portovelo es también el dueño de una vasta colección de minerales, recolectados tras más de 30 años de innumerables travesías. Detrás de cada viaje hay una historia, y Turner se emociona al relatarlas.
Por sus viajes, sus descubrimientos arqueológicos y mineros, y por su extensa colección de piedras, Turner fue reconocido hace poco con el Premio Eugenio Espejo por su aporte a la investigación. Las entrevistas y homenajes no han parado desde entonces.
En un sosegado rescoldo del hogar, que también es su museo, Turner se da tiempo para relatar aventuras. El abuelo de este incansable explorador, el gringo Marcel Turner, llegó al antiguo campamento minero de Portovelo a los 30 años, como geólogo a cargo de una de las minas de la compañía South American Development Company –la legendaria Sadco-, concesionaria, a su vez, de una poderosa transnacional minera estadounidense.
Para bien o para mal, la Sadco moldeó durante medio siglo (1897-1950) el tejido social de Portovelo. De aquel pasado, ya mítico, quedó una historia de la cual Turner forma parte.
La pasión por la geología le vino por allí. La colección de minerales y objetos arqueológicos que extrajo de los lugares más recónditos fue exhibida por primera vez en 1976. Fue en una feria en Machala, frente a mucho público. Poco después, llevó su muestra de más de 1 000 piedras a Quito y desde allí no ha parado.
A él le atribuyen el descubrimiento de los vestigios de antiguas construcciones, en diversos puntos del país. Los hallazgos de sus “ciudades perdidas” es el resultado de años de andanzas, de prolongadas expediciones.
Ahora, recuerda con entusiasmo aquella expedición que él y un grupo de exploradores armaron a lo largo del río Nangaritza. Fue en 1977. En ese viaje halló las ruinas de una ciudad perdida, con muros simétricamente construidos en medio de una vegetación espesa. “Para mí fue un hito. Desde allí muchos arqueólogos se interesaron”, dice.
Arqueólogos como Mary Jadán, consultora del Instituto Ecuatoriano de Patrimonio Cultural, observan en Turner a un excelente conocedor de la geología del país. “Es un muy buen prospector de campo, conoce perfectamente la zona, aparte de que es un aventurero incansable”.
Turner cuenta que el Premio Eugenio Espejo le resultó inesperado. “Me enteré del galardón por Roy Sigüenza, conocido poeta portovelense. Me llamó para anunciarme el reconocimiento. Si él no me lo decía, no lo hubiese creído”. Sigüenza, con quien comparte la pasión por la preservación de la historia minera de Portovelo, le animó a participar el año anterior.
Este aventurero confiesa que seguirá con sus expediciones y exploraciones. Como aquellas que emprendió por las cercanías del Polo Norte, por el desierto del Sahara, en el bajo Egipto o por recónditos parajes ecuatorianos, cuyos recuerdos hoy se guardan en su museo. Espera seguir descubriendo ciudades perdidas, pero aún anhela mucho más: espera que alguien se interese por proteger las que ya están descubiertas.
Minero empedernido
Vivió 10 años en la Amazonia, donde descubrió minas de feldespato. No es geólogo, pero es requerido frecuentemente para acompañar en exploraciones. También fue asesor en temas mineros del ex Congreso Nacional.
Uno de sus mayores logros fue la creación del Museo Mineralógico. Esa institución posee la muestra privada de piedras y objetos fosilizados más grande del país. El complejo se ubica en Portovelo.
Padre de dos hijos, Turner se confiesa un creyente. Cuando el presidente Correa se acercó para felicitarle durante la ceremonia de reconocimiento, Turner le dijo que rezará por él.
La ceremonia de entrega del Premio Eugenio Espejo se realizó el 19 de agosto. Junto a Turner fue reconocida la labor de Horacio Hidrovo Peñaherrera, Euler Granda, Estuardo Maldonado y la Academia Nacional de Historia.