Abel Guzmán
Me declaro hincha de El Nacional, desde siempre, porque he creído y creeré en lo nacional y lógicamente en los deportistas nacidos en esta tierra. A mis hijos y a mis nietos también los seduce el juego de los puros criollos y los enorgullece el producto nativo.
A partir de un tiempo atrás, y como corolario de una serie de circunstancias familiares, económicas y sociales, se ha visto alterado el ambiente futbolero del país y aparece contra todo pronóstico, una barra brava del antiguo equipo Universitario, otrora equipo de élite social, que no aceptaba mi indios ni negros en sus filas (a excepción del jugador Guamán), que ha tomado por asalto y en su nombre y representación a la Liga quiteña, para al grito de ¡Muerte Blanca a todos! Emboscar y asesinar a los más débiles y jóvenes de las barras contrarias.
Ya existe una larga lista de asaltados y apuñalados por los gloriosas barras aniñadas, que vienen siendo impulsadas desde la presidencia del club al subsidiar entradas, alcohol, armas, cadenas, etc. etc. y no se ha tomado ninguna medida, que no sea aplaudir la valentía de los hinchas blancos.
Hasta cuándo, no queremos que se cumpla aquello de que quien siembra vientos cosecha tempestades.