Redacción Cultura
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Por los años de finales del siglo XVIII, Ludwig van Beethoven empezaba a frisar la treintena y mantenía una intensa creación.
De aquel frenesí compositivo proviene la mayoría de las 10 sonatas para violín y piano que escribió el gran compositor.
El programa de hoy
El valor de las entradas es de USD 20 por día. Se venden en Mr. Books de Mall El Jardín y en la Casa de la Música.
En este día interpretarán las sonatas 8,9 y 10. La primeras es conocida como ‘La Primavera’ por su fuerza y diversidad melódica. La entrada está prevista para las 20:00.
La novena sonata, conocida como ‘Kreutzer’, está dedicada al pianista alemán, amigo de
Beethoven, Rodolphe Kreutzer. Sin embargo, este nunca la interpretó en público, pues la consideraba demasiado compleja. El escritor ruso León Tolstoi escribió su novela ‘Sonata Kreutzer’ luego de escuchar la novena sonata.Son piezas de una especial dificultad y delicadeza en la interpretación que corresponden a variaciones emocionales muy distintas de Beethoven, según varios especialistas. Por ello es poco común colocarlas de corrido en un solo repertorio musical.
El violinista Ilya Gringolts (de Rusia) junto con el pianista Aleksandar Madzar (de Serbia) han hallado la fórmula para ingresar en el misterio de esa extraña y disímil decena de piezas y ahora presentan su interpretación en la Casa de la Música, en Quito.
Durante tres jornadas los músicos, considerados por la crítica especializada como dos de los más destacados intérpretes del mundo en sus respectivos instrumentos, tocarán las 10 obras. El domingo pasado, desde las 18:00, empezó el programa con las sonatas números 1, 2, 3 y 4.
Antes de la primera presentación los músicos decidieron variar un poco el programa y tocar de corrido las tres primeras sonatas antes del receso. Luego tocarían la cuarta. Bajo una estructura de tres movimientos, común a las cuatro sonatas, la primera exigió un esfuerzo técnico para pintar un estado de ánimo pensativo y melancólico, según Juan Pablo Veintimilla, estudiante de piano, quien asistió con su hermano.
“La relación entre los dos instrumentos -aprecia Veintimilla- es genial en las composiciones de Beethoven. “A veces parece que se llenan de sentimientos diferentes o contradictorios, pero luego te das cuenta de que apuntan a un mismo lugar”.
En efecto, en las sonatas 2 y 3, la interpretación pulcra y exacta del violinista Gringolts (que fue aplaudida de pie por Sidney Wright antes del receso) se solazaba en emociones tiernas y alegres que contrastaban con la tesitura suave del piano.
La fama de Gringolts le precedía en el recuerdo del público quiteño, pues antes ya tocó en la Casa de la Música (octubre de 2006) cuando interpretó en una sola sesión las 3 partituras y las tres sonatas de Johan Sebastian Bach para violín solo.
La interpretación del joven músic, nacido en 1982, estaba marcada también por contrapuntos escénicos cuando, según la intensidad y la dificultad de la interpretación, su cuerpo se estremecía o daba pequeños golpes con el pie en el piso. “Es una técnica tan trabajada que parece perfecta”, dijo Verónica León, de 23 años, estudiante de violín.
Tras el receso, la sonata número cuatro fue una muestra excelente de la libertad y el dinamismo que puede alcanzar el violín en la obra de Beethoven y en la mano diestra de un joven maestro.