En Montúfar hay morosidad
El campesino Carlos Quimbiurco cuida su cultivo de arveja. Con ayuda de cuatro jornaleros retira la maleza de una de las tres hectáreas de la plantación, ubicada en el sector de Cuesaca, en el cantón Montúfar.
Quimbiurco riega el sembrío cada ocho días, pero teme que el prolongado verano baje el rendimiento de su siembra. “Cuando no hay lluvias todo se seca”.
Alicia Meneses, ibarreña, está segura de que la siembra se perderá. Su lote está en el mismo sector. Se lamenta por la poca humedad que hay en la tierra, pues eso ha causado que sus plantas no desarrollen. “Invertí USD 1 000”.
Meneses, al igual que Quimbiurco, se abastece del agua del canal de riego Montúfar. El sistema beneficia a 3 500 hectáreas, de propiedad de 3 000 agricultores de los cantones Bolívar y Montúfar. Ellos pagan USD 20 anuales por hectárea regada. Esta tarifa está vigente desde hace cinco años.
Guillermo Néjer, directivo de la Junta de Agua de Montúfar, explica que la rehabilitación del canal y de las acequias se da por un convenio con el Instituto Nacional de Riego (Inar).
Desde diciembre, la entidad de Gobierno da mantenimiento al sistema de riego. Hasta el momento, se han invertido USD 802 302. Los trabajos debían estar concluidos en un plazo de 210 días. Sin embargo, este se amplió a 90 días más por pedido de la compañía Zevallos & Solís, encargada de las obras.
Dentro del plan de rehabilitación también está el revestimiento de los canales secundarios. Eso, porque luego de una inspección realizada el martes pasado se constató que existen fisuras en algunos tramos.
Néjer también informó que se multó a 10 usuarios con USD 20 y se les suspendió el servicio. Ellos instalaron compuertas en las acequias para frenar el flujo del líquido y tener más agua, otros destruyeron los ductos con los tractores y camiones.
Según Néjer, para la administración del sistema de riego se utilizará el dinero de las recaudaciones. El año pasado se obtuvieron USD 50 000. “Algunos campesinos no pagan y están en mora”. Con este capital se cancela los sueldos del personal administrativo y a los trabajadores con todos los beneficios de ley.
Para el pago de salarios se destinan USD 46 000. El dinero restante sirve para materiales de oficina, mantenimiento, viáticos de los dirigentes, entre otros gastos. En Carchi, el Inar invierte USD 2 680 814 en seis obras de canales de riego, reservorios y estudios para ampliar la red.
La minga, la alternativa en Loja
La parroquia Malacatos, a 30 minutos de Loja, está llena de parcelas de caña, maíz, fréjol, yuca, pimiento… El agua que corre por el canal Campana-Malacatos, desde hace 20 años, es vital para esos cultivos.
Eso lo reconoce Fredy Delgado, de 49 años, quien cultiva caña, maíz, fréjol y pepino, en tres hectáreas. Para acceder al riego gasta USD 100 al mes, en mantenimiento y alquiler de maquinaria para reparar los daños.
El canal Campana-Malacatos tiene 750 regantes agrupados en 10 juntas. Delgado pertenece a la Junta 10, que integra a los poblados de La Trinidad, Pedregal y Sagüinuma. Hasta allí, el agua llega por una acequia, que no está cubierta de hormigón.
Permanentemente se cubre de lodo y maleza. Por el trazado irregular también hay derrumbes. Hace dos meses, la limpieza de un derrumbe costó USD 60, por alquiler de la retroexcavadora. Los usuarios cubrieron esa cantidad con cuotas. Otros USD 410 se invirtieron este año, para reconstruir la plataforma y la acequia destruida por otro deslizamiento.
El presidente de la Junta 10, Juan Jiménez, cuenta que la mayor parte de campesinos no tiene dinero para invertir en reparaciones. Por eso, él costeó seis horas de alquiler de un tractor de oruga (USD 330).
Los problemas de los regantes de Malacatos son comunes en otros sistemas de riego en Loja. “No sabemos a qué entidad dirigirnos para pedir ayuda”, dice el titular de las juntas de regantes, Francisco Rosales.
Según él, en el cantón Espíndola, los usuarios del sistema de riego pagan cuotas de USD 20 al año por hectárea, para el mantenimiento del canal. También piden ayuda al Municipio cuando hay derrumbes.
En Loja hay 20 sistemas. Las obras civiles se construyeron con el Instituto Ecuatoriano de Recursos Hídricos, después pasaron a Predesur y desde 2008 es responsable el Instituto Nacional de Riego (Inar).
Pero, las juntas de usuarios son las encargadas de administrar los sistemas. Para ellos, esa responsabilidad es grande por los gastos. A más de las reparaciones, pagan a administradores, bocatomeros y canaleros.
El director del Inar en Loja, Patricio Castillo, dice que la falta de ayuda se dio porque Predesur no transfirió a tiempo los recursos económicos y técnicos. Espera que acabe esa transición para normalizar su accionar. Hasta tanto, el Inar invirtió USD 5,2 millones en 40 proyectos en Loja, Zamora Chinchipe y El Oro. Red. Loja
La comuna controla el recurso
Luis Remache recorre, dos veces a la semana, los 33 km del canal de riego Guarguallá-Licto. El indígena, quien es presidente de la Junta General de Regantes, utiliza una motocicleta para inspeccionar este canal que genera 1 100 litros de agua por segundo e irriga 1 400 hectáreas de cultivos de papa, cebolla…
Es uno de los más grandes de la Sierra centro. Fue inaugurado en 2002. Remache comenta que la Junta está conformada por 1 700 familias de 30 comunidades de Riobamba.
“Mi función es reportar a los compañeros si hay deslaves, conexiones clandestinas y otros problemas”.
Además, atiende en la oficina de la Junta. Está ubicada en la parroquia Licto, a 20 minutos de la capital de Chimborazo. Allí utiliza una máquina de escribir para registrar las hectáreas que tiene cada uno de los socios. Ellos pagan anualmente USD 10 por el servicio.
“No hay morosos. Para nosotros, el agua es un recurso valioso porque vivimos de la agricultura. Construimos el canal con mucho sacrificio”.
Durante 10 años, los agricultores usaron picos y palas para construir la zanja del canal. En cada minga participaron 800 personas. La Agencia de Cooperación del Desarrollo Suizo (Cosude) y el Gobierno aportaron con los recursos para la obra.
El martes pasado, Remache se reunió con Eladio Caranqui. “El trabajo sigue. La gente apoya en la limpieza y mantenimiento del canal. Esto se realiza dos veces al año”, agrega Caranqui.
En junio pasado, acudió con su hija María a la minga. “Es una práctica ancestral y que aún se mantiene. Llevamos mote, papas, tostado, habas y máchica para tener fuerza”.
Este indígena vive en Licto, un pueblo de casas dispersas. Allí, 30 familias se benefician con el líquido que llega por un canal secundario. Cuenta que el sistema de riego reactivó la agricultura en la zona.
Nicolás Zeis, presidente de la comunidad Tumbug Yugsherán, explica que a más de las mingas los dirigentes asisten a sesiones cada 15 días, para conocer las novedades en la administración del canal.
Luego, presentan un informe en una reunión general convocada una vez al mes. A 10 minutos de Licto está Tulabug. En ese sitio, el agricultor Raúl Bonilla siembra papas. “El agua tiene que ser administrada por nosotros. No permitiremos que nadie nos quite este derecho”. Red. Sierra Centro