Redacción Sociedad
Wilson López no solo es médico rural de Maldonado, también hace de chofer de la vieja ambulancia Nissan que allí opera desde hace 15 años. Este pueblo de Tulcán (Carchi), con estrechas calles adoquinadas y ubicado en plena zona fronteriza con Colombia, tiene 2 500 habitantes y un subcentro de salud que solo atiende enfermedades básicas como dolores de cabeza, de estómago, molestias odontológicas…
Cuando en mayo de 2008 se conoció que al Carchi llegarían siete de las 115 ambulancias Kia que el Ministerio de Salud compró a escala nacional, en este sector rural se esperaba al menos una, pero no ocurrió.
Los pacientes que necesitan un especialista, la única alternativa que tienen es viajar al hospital del Carchi y para ello las opciones son dos buses de la Cooperativa Norte que diariamente salen en la mañana y en la tarde.
La ambulancia de Maldonado, que apenas cuenta con camilla y oxígeno, solamente viaja cuando haya urgencias. Pero López recuerda que permanentemente presenta averías y él se ha convertido hasta en mecánico.
Cuando el automotor se para por averías, la gente debe acudir al Chical, otro pueblo fronterizo ubicado a 2 kilómetros de distancia. Allí las cosas mejoraron un poco en este año. Cuentan con dos ambulancias. Una de ellas donó la curia hace 18 años y no era precisamente ambulancia, sino que se tomó una camioneta y transformaron totalmente. “Hacemos todo lo posible para atender. Pero a veces la gente viene muy mal y no pueden llegar a Tulcán. Eso sucedió recientemente con un niño”, señala López.
Chical también esperaba que en 2008 llegue la ambulancia Kia y tampoco lo consiguieron. Pero en los primeros días de este año arribó un automotor, aunque no directamente del Ministerio de Salud, sino del denominado Plan Ecuador, que trabaja exclusivamente en las provincias fronterizas.
La directora de Salud del Carchi, Ruth Velasco, confirma que las nuevas unidades entregadas a la provincia se quedaron en los hospitales de la ciudad. Según la funcionaria, no se enviaron a los sectores rurales, porque “no cumplen con los parámetros necesarios”. Se refiere a que no son 4 x 4 y que, por lo tanto, no son aptos para rodar en vías lastradas que conducen a Chical o Maldonado. Precisamente la denuncia que reposa en la Fiscalía es que Salud adquirió furgonetas, para luego transformar en ambulancias y que estas no cumplen con las especificaciones técnicas, como velocidad y resistencia en terrenos agrestes, por ejemplo.
En estos pueblos, rodeados completamente por plantaciones verdes de, naranjillas, naranjas, guabas… es común que se dañen las ambulancias de los dos subcentros. Rodolfo Canticuz tiene 21 años. Es de la población Awa y recuerda que hace un año su esposa presentó los dolores de parto precisamente cuando llegaron a Chical luego de caminar un día desde San Marcos, su comunidad indígena. Cuando pidió ayuda, le dijeron que los automotores estaban averiados. Lo primero que hizo es alquilar una camioneta y viajar cuatro horas. “No llegamos a Tulcán, en medio camino nació mi hijito”, cuenta.
Historias como estas se repiten constantemente. Mientras Canticuz evoca ese momento, Ismera Nastacuz dice que “igualito le pasó” con su mamá hace un año y medio. La señora de 67 años tenía no podía más con los dolores de cabeza y cuando se acercó a los dispensarios le dijeron que los doctores estaban con días libres.
Nastacuz también alquiló una camioneta y se fue a Tulcán. “A veces no tenemos plata ni para comer y no toca pagar hasta USD30 del carro”, cuenta la señora de 22 años.