Redacción Espectáculo
Fue Camila, la hija de Juan Fernando Velasco, quien luciendo un vestido negro se acercó al requintista Guillermo Rodríguez Vivas para entregarle un ramo de rosas.
Mientras tanto, el público los aplaudía de pie. Habían terminado su interpretación de Sendas distintas, en uno de los momentos más vibrantes del concierto de pasillos Con toda el alma.
“Hemos sido un puntal para la música nacional, pero estoy feliz de que haya gente nueva”.
Guillermo Rodríguez Vivas
Requintista
Velasco confesaba que la voz le temblaba al cantar junto al ‘Requinto de oro de América’. El ex integrante del trío Los embajadores decía, a su vez, que era un honor para él cantar con un artista como Velasco, que buscaba rescatar la tradición musical.
El Teatro Sucre estaba repleto. El público tuvo una respuesta entusiasta a la convocatoria del cantante quiteño. Fue a escuchar pasillos como Ángel de luz, El alma en los labios o Amar sin esperanzas, y al mismo tiempo colaborar con la fundación Yo nací aquí, del artista y su esposa, Lola Solís.
Entre canción y canción se proyectaban videos sobre el Proyecto Musical Kayambi, dedicado a los niños de escuelas unidocentes de Imbabura; y otros sobre el pasillo, sus estilos, sus exponentes…
Entre tanto, los músicos se preparaban para cada actuación. Una orquesta de cuerdas donde actuaba, por ejemplo, el violinista Felipe Luzuriaga se sumaba al Trío Pambil, que fue la base de casi todo el concierto. Estos músicos acompañaron a Velasco cuando invitó a Margarita Laso para cantar Acuérdate de mí. Luego dejó sola a su acompañante para que presentara el pasillo Sombras.
Hasta entonces la audiencia se había mantenido sobria al extremo. Salvo las constantes interrupciones de espectadores atrasados, la gente se mantenía en silencio, escuchando el concierto. Pero Velasco intervino: “¿Si están cantando o solo escuchando?” y animó a la gente a unirse. De ahí en más la noche fue de canto y aplausos.
Entre los pasillos favoritos de Velasco está Pasional, al que definió como uno de los más hermosos del género y dijo que trataría de hacer “una interpretación cuidadita” de sus versos: “Yo te amé con locura / y te di mi ternura / mas, burlaste mi vida / sin tener compasión. / Hoy nunca olvides / que te he querido, que aunque me hayas herido / siempre te recuerdo / sin sentir rencor”.
El cantante también se permitió una licencia y para eso tomó su guitarra. Había dejado a los expertos en el género que toquen mientras él cantaba, pero decidió salirse del libreto con su tema Yo nací aquí, solo con su guitarra.
Luego pidió a otro invitado especial, el requintista ‘Chocolate’ Morales. Velasco confesó haberse sentido nervioso al preparar el show porque sabe que el pasillo es un género difícil de interpretar. Incluso compuso uno, Para que no me olvides, que dijo “no me salió tan pasillo pero sí muy sentido… De una manito ‘Choco’ para que suene mejor”, dijo.
El requintista tocó luego junto al Trío Pambil el albazo Ausencia y luego La naranja. La fiesta del pasillo terminó con El aguacate, y al pedido de otra, Velasco interpretó nuevamente Ángel de luz.
Minutos después, en camerinos, el marchista ecuatoriano Jefferson Pérez se unía a las felicitaciones a los músicos, alegres de haber actuado en teatro lleno.