Vladimiro Oña Viteri
Se mostraron en forma vergonzante ante el mundo entero. Son los que siempre pretendieron engañar a todos, cuando por décadas proclamaron defender a su alma máter.
Son los que gritaron: ¡La universidad para el pueblo! Los que pretendieron convencer a los ecuatorianos de que la universidad tenía que ser dirigida a garrote; los que impusieron sus intereses políticos bastardos, utilizando la brutalidad y la violencia; son los que facilitaron la mediocridad y el oportunismo cuando la “dirigieron”.
Esos atacaron con sus hordas al Consejo Universitario “para reclamar en forma pacífica”, como expresó puerilmente alguno, pretendiendo ignorar las tomas de televisión que ayudaron a desenmascararlos cuando irrumpieron en la sesión rompiendo a patadas las puertas, cobijados por las banderas revolucionarias de la FEUE, para luego salvajemente agredir de forma cobarde a los miembros del Consejo y al Rector.
Claro, cómo podían soportar que el actual rector, Dr. Édgar Samaniego, hombre inteligente y transparente, científico, investigador conocido internacionalmente, profesor de mérito reconocido por varias generaciones de médicos que ayudó a formar, estuviera al frente de un grupo de gente universitaria decente, que ha tenido y tiene como único objetivo tratar de componer lo que ellos en décadas de desgobierno universitario dañaron y pudrieron. Se mostraron como son.
Los estudiantes, profesores, trabajadores y empleados de la Central, que en su inmensa mayoría los repudia, tenemos la misión sagrada de gritar en clamor unánime ¡basta! y utilizando las leyes y reglamentos universitarios, sancionar a los autores intelectuales, materiales, cómplices y encubridores del ataque, para que nunca más puedan caminar ensuciando los predios que ilustres ecuatorianos como Alfredo Pérez Guerrero, Lovato, Paredes, Oquendo y Moncada engrandecieron.
SALVAJE AGRESIÓN (V)
Fausto Merino Mancheno
Nunca en la centenaria Universidad Central uno de sus rectores ha sido ofendido de obra. Dicterios, insultos, calumnias y amenazas sí han sido frecuentes, especialmente en los últimos años cuando el protagonismo del MPD eligió autoridades títeres.
Lo sucedido no refleja sino dos cosas: una, la decisión del rector Samaniego en poner las cosas en orden y retomar el camino de luz y saber que tuvo la Universidad hasta hace unas decenas de años y las “patadas de ahogado” del MPD con el objeto de no perder su poder, es decir, administrar como a bien han tenido la Facultad de Filosofía y los colegios anexos Aguilar y Sánchez, donde tienen copados los cargos docentes y administrativos.
La menguada FEUE tampoco quiere perder su hegemonía, pues es la punta de lanza y de choque del MPD.
Estoy convencido de que los profesores, estudiantes y empleados que no se han envenenado con el fanatismo agresivo pseudoizquierdista se mantendrán firmes y desecharán ese lastre que ha mantenido inmovilizada en su progreso a la querida Universidad Central.
Crisis Energética
Luis Alberto Galarza Mejía
El concepto de “crisis energética” aparece cuando las fuentes de energía de las que se abastece la sociedad se agotan.
Para evitar llegar a estas crisis todo Estado dispone de organismos técnicos que elaboran planes de contingencia, planifican y ejecutan proyectos de tal manera de que nunca se llegue a producir un apagón y menos aún con los avances científicos y tecnológicos del siglo XXI.
¿Qué se hace en el Ecuador? Hace algunos años existía el Instituto Nacional de Energía. Actualmente existe un Ministerio de Electricidad que se ha vuelto incapaz de evitar apagones. Lo que se puede observar es un listado de proyectos que no son más que un conjunto de buenas intenciones. ¿Disponen de laboratorios tecnológicos? ¿De ingenieros capacitados? ¿De algún instituto de Investigaciones Energéticas?
DEPENDE DESDE DONDE LO MIRES…
Monseñor Julio Parrilla
Agradezco la llamada a la esperanza que Lucía P. de García me hace a raíz de mi artículo del 29 de noviembre, incluida su referencia a la “pequeña tarima humana” desde la que, de forma limitada, observo la realidad. La verdad es que nunca he tenido otra aspiración… Mi pequeña tarima humana me ha permitido estar cerca de la gente, tocar sus heridas y auscultar los latidos de su corazón y, más allá de la ideología, comprometerme en la construcción de un mundo más justo.
En esto, trato de seguir de cerca a Jesús. Es la tarima que también me ha consentido ser crítico con el poder de turno.
Desde mi pequeña tarima veo y oigo cosas que Ud. nunca verá ni oirá desde la tarima del poder. Respeto toda opción política legítima, pero no participo de su entusiasmo.
En el tema que nos ocupa, la violencia es excesiva y los muertos son demasiados. Y cada uno ha de asumir su propia responsabilidad. Si el Gobierno pretende que la patria sea de todos, tiene que cuidar la vida de todos.