Si se leen las cifras presentadas por las autoridades del país para el ejercicio fiscal del próximo año, da la impresión de que 2010 será excelente para el Ecuador. Ningún ciudadano podría estar en desacuerdo con esos buenos deseos del Régimen; sin embargo, es muy saludable que se tengan en cuenta otros posibles escenarios.
Los supuestos que plantea esa Pro forma son, entre otros, un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de casi el 7%, un crecimiento del 12% en las exportaciones del 12% y del 4% en las importaciones. El precio promedio del barril de petróleo se calcula en USD 65 y se estima que los ingresos por tributos aumentarán en USD 900 millones.
Se trata de cifras positivas, cuyos beneficios podrían sentir directamente los sectores más pobres con la reducción de tarifas y la mejora en los subsidios, así como los sectores medios con el alza en los salarios de maestros y servidores públicos.
La burocracia también se verá beneficiada, pues sus presupuestos específicos tendrán mayores asignaciones financieras.
No obstante, si los ingresos que reciba el país no logran un aumento significativo, el déficit inicial de USD 4 100 millones puede llegar a USD 6 000 millones, monto que no sería posible cubrir si no se logran préstamos de organismos internacionales de crédito.
Si eso sucede, lo primero que se afectará es la inversión pública, lo cual, como consecuencia, impactará en el crecimiento del PIB y se producirán efectos negativos para la economía nacional. Aunque se sabe que la filosofía del Gobierno es gastar y no guardar, sería prudente considerar otros escenarios para prevenir consecuencias que afectarían no solo al Régimen sino a todo el país.