Tito Rosales Cox. Editor
¿Qué pasaría si la alianza que hizo el Deportivo Quito con la unidad educativa internacional SEK se multiplicara en el país? Simple: los espacios de poder que maneja la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) disminuirían y perdería la influencia sobre los clubes y asociaciones de fútbol, entidades que sostienen a los presidentes de turno en esa organización.
Es por eso que su presidente Luis Chiriboga se opone radicalmente a que la unidad española asuma la organización administrativa del club que anteriormente dirigió. Ceder ese espacio no le garantiza los votos para las elecciones a la Presidencia de la FEF, en enero de 2011.
Esa cicatería es sinónimo de cacicazgo; es indispensable dar paso a una visión más generosa de país. Cerrar las puertas a nuevas opciones administrativas en esta era de la modernidad se limita a cuidar sus parcelas y pretender perpetuarse como lo han hecho Julio Grondona, en Argentina, o Nicolás Leoz, en la Confederación Sudamericana de Fútbol.