Redacción Quito
Los arreglos que aún se realizan en el parque El Ejido, en el centro-norte de la ciudad, no impidieron que decenas de personas asistieran al espacio recreativo, el sábado pasado.
Pese a que a 2 metros de donde se encontraba María Emilia Zambrano había pedazos de troncos en el césped, la pequeña de 7 años jugaba con su hermana Michelle, de 5. Las pequeñas viven con sus padres Mario Zambrano y Cecilia Baroja en la calle Asunción, a pocas cuadras del lugar. Antes de que la rehabilitación se iniciara, en mayo de 2009, la familia acudía al sitio al menos dos sábados al mes.
Después de ocho meses, los trabajadores del Fondo de Salvamento (Fonsal) continúan colocando adoquines e instalando lonas en varias viseras. Pero pese a las molestias por las adecuaciones, Juan Arias disfrutaba el paseo en su bicicleta por la ruta que está pintada en el parque.
Para él, los trabajos que se realizaron fueron importantes, pues, según dijo, la imagen del sitio estaba deteriorándose. Sin embargo, Lucía Cabezas, quien vive a menos de 10 cuadras del lugar desde hace 15 años, afirmó que el sitio aún es peligroso y que hace falta más control policial.
El presidente del Comité Central de Artesanos, Rodrigo Toaquiza, comparte la misma opinión. Para el comerciante, es importante contar con el respaldo policial constantemente. “Los robos en el parque son frecuentes y eso puede causar el alejamiento de los turistas”.
El sábado, cerca de las 12:00, la estadounidense Abby Louis compraba artesanías en el bulevar en donde reubicaron a los comerciantes. Las joyas, los cuadros y la ropa fascinaron a la estadounidense, quien visita Quito desde principios de enero.
Este es uno de los atractivos turísticos de La Mariscal. El espacio alberga a 192 artesanos desde fines del año pasado. Toaquiza dijo que las ventas han mejorado desde que regresaron a El Ejido. Por lo que aseguró sentirse en desacuerdo con el departamento de Espacio Público de la Administración Zonal Norte.
Según él, los funcionarios les indicaron que nuevamente serán reubicados hacia los bordes del espacio de recreación. “Si en este sitio a veces las ventas no son seguras, menos en las esquinas. Allí llegará menos gente”.
En el área, que aproximadamente mide 200 metros, se instalaron tableros de 2, 50 m, en donde se coloca la mercadería, y cientos de carpas verdes. Toaquiza dijo que solicitarán al Cabildo la ampliación de su atención de viernes a lunes.