En ocasiones parece un equipo ofensivo, en otras defensivo y sin argumentos para buscar o sostener un resultado. Esa es la percepción que viene dejando el Deportivo Quito en los últimos juegos.
Ayer se evidenciaron esas características, remarcadas por hechos que originan problemas de concentraciones y a su vez repercuten en los resultados del Quito.
Esa teoría de que mantener el balón más tiempo en el poder garantiza que un equipo sea mejor, es inválida, si es que no se obtiene el propósito. Y el Quito, ayer apeló a ese argumento en el primer tiempo, en donde pudo definir el juego, pero al final se tuvo que conformar con el empate (1-1), ante un persistente equipo del Deportivo Cuenca.
¿Por qué el Quito está en esa situación? Su entrenador Rubén Darío Insúa se excusó en la conferencia de prensa que “fueron más que el rival”. Ese punto de vista se valida porque los chullas tuvieron ocho ocasiones claras de gol, con relación a su rival que tuvo dos y concretó una.
En el juego, el Quito fue más insistente en llegar al arco que defendió el golero Esteban Dreer, especialmente en el primer tiempo. Su primera acción ofensiva la originó Michael Arroyo, quien ha disminuido su rendimiento, a los 7 minutos.
Después llegó el gol de Iván Borghello (22 minutos), al aprovechar una mala aplicación del fuera de lugar de los cuencanos.
Esa acción desató una euforia que duró 40 minutos en los hinchas. En ese momento los jugadores y el técnico eran unos verdaderos ídolos, pero a medida que fue pasando el tiempo, los elogios se cambiaron a insultos.
El dominio del club local se evidenció más con dos salvadas de Dreer y del defensa John Narváez, 5 minutos antes que termine la primera etapa. Una emoción similar se presentó en el arco de Johvani Ibarra, quien ahogó el grito de gol en el argentino Gabriel Méndez, después de un tiro de esquina.
Esas variaciones del rendimiento del Quito se evidenciaron en la segunda etapa. Aquí las descordinaciones originaron discusiones entre jugadores.
Ese escenario lo que reflejó fue una falta de liderazgo dentro del plantel, pese a que es el mismo que el año pasado logró el bicampeonato. Uno de los intentos por mantener la concentración lo hizo Iván Hurtado (minuto 54), cuando un mal rechazo de Ángel Escobar originó una falta y tiro libre, cerca del arco de Ibarra.
Hurtado increpó a Escobar y le dijo con gesticulaciones que así no se rechaza. En ese momento, el rendimiento del Cuenca crecía, sin que los chullas reaccionaran.
Gabriel Méndez, el argentino que anteriormente defendió la camiseta del Olmedo y ahora está en el Cuenca, mantenía su actitud de buscar el balón. Este se había dado cuenta que los defensas chullas se adelantaban y que al retornar lo hacían con dificultades.
El juego pasó a ser mediocre. El Quito se conformó con tener el balón, pero sin concretar las opciones que se les presentaban. Mientras que el Cuenca apeló a otro recurso: lanzar pelotazos desde su arco y la defensa para aprovechar la velocidad de Méndez, quien fue un verdadero dolor de cabeza para Iván Hurtado.
El Quito, en el segundo tiempo, perdió fuerza en la marca en el medio campo. Michael Castro reemplazó a Francisco Nazareno, un chico de 16 años.
Ni los llamados de atención de Insúa, desde la banca, originaban una mejora en los chullas. Fue todo lo contrario porque hasta Borghello le reclamó a Franco Niell por un balón mal entregado.
Después de esas acciones llegaron los apuros de la zaga local. Dreer y los defensas azuayos, apoyados desde la banca por el entrenador Paúl Vélez, se dieron cuenta de los espacios que dejaban los chullas. Ante eso, buscaron a Méndez, con pelotazos largos, casi siempre eran precisos.
A esa altura del juego (65 minutos), los elogios que provenían desde las gradas se cambiaron en insultos. El defensa Ángel Escobar y el DT Insúa fueron los más nombrados por los hinchas.
En la cancha, el Cuenca insistía en la fórmula de pelotazos largos para Méndez, quien encontró en uno de ellos la opción que originó el gol del empate.
A los 69 minutos, Méndez le ganó en velocidad a Iván Hurtado y habilitó a Luis Miguel Escalada, quien puso el 1-1.
Ese tanto originó una reacción a medias del Quito, quien desordenadamente intentaba anotar el gol que le diera el triunfo. Pero su rival hacía los méritos para llevarse el empate, hecho que sucedió al final de un juego que evidenció que el Quito atraviesa graves problemas de concentraciones que generan malos resultados.