Santiago Estrella Garcés.
Enviado a Concepción y Reuters
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Concepción, en el sur de Chile, trata de recuperarse. Mientras, poco a poco, llega la luz a los barrios y ciudades de la VIII Región, los temblores van siendo menos frecuentes y de menor intensidad. Pero todavía se producen.
Aunque parece que la gente está acostumbrándose a ellos, siempre se detienen un ratito, miran al otro. Mueven la cabeza negativamente; recuerdan al terremoto del sábado anterior. “No es nada”, dicen y vuelven a sus labores.
Los aportes de Ecuador
Los alimentos enviados por el Gobierno ecuatoriano fueron repartidos ayer a las más de 20 familias. Hubo mucho atún, menestra y choclo enlatado, agua y medicamentos.
Monserrat Vélez, con nueve años de residencia en Concepción, señaló que le urge hablar con Marjorie Melo, su hija en Machala, para decirle que “toda la familia está bien”.
La palabra ‘normalidad’ a la que se quisiera volver, es ajena en el léxico de estos habitantes de la región del Bío Bío. Largas filas se forman en los centros de acopio y en las gasolineras. El transporte público es inexistente y solo queda pedir un aventón a algún vecino, algún desconocido.
El agua y los cigarrillos se venden como en el mercado negro: a precios que pueden superar hasta el 200% del valor en tiempos de la ‘normalidad’. Hasta los soldados que llegaron de la zona de Iquique piden un cigarrillo “porque no hay por ningún lado ”, dice un cabo primero a este enviado.
Pero todo eso parece apenas una anécdota porque el problema es en realidad la sensación de dolor, vacío y decepción en el penquista (gentilicio del nacido en Concepción).
La decepción radica en las secuelas que dejaron los saqueos del que todavía se habla. Lo llaman “el terremoto social”. “La verdad es que me decepcionaron los chilenos. Nos creíamos el gran país, pero no tenemos nada de educación. Lo que se vio fue tan terrible que hasta ahora sé que en el mundo nos vieron como unas bestias salvajes”, comenta Karen Estuard Karka, de San Pedro, la ciudad que solo conserva uno de tres puentes que la unían con Concepción
“Es que esto no se puede contar, solo hubo que vivirlo. Nos armamos con palos, cuchillos, hachas para evitar que saqueen nuestras casas, todos listos para el combate mientras se escuchaban disparos”, refiere el guayaquileño William Recalde, con 16 años de residencia en Chile.
En esta Concepción devastada por el terremoto estuvo ayer Michelle Bachelet. La Presidenta chilena dijo que su país, una de las economías más sólidas de Latinoamérica, pudiera necesitar ayuda financiera internacional para la reconstrucción. Especialistas han calculado en unos USD 30 000 millones los daños, equivalente al 15% del PIB.
La agencia Reuters informó que la reconstrucción del país pudiera demorar entre tres y cuatro años, según señaló ayer la Presidenta, que termina su mandato la próxima semana.
En tanto, intentando no perder tiempo, el presidente electo, Sebastián Piñera, designó a ingenieros civiles como jefes de las regiones devastadas. “Nuestro futuro Gobierno no va a ser el Gobierno del terremoto, va a ser el Gobierno de la reconstrucción”.