Los habitantes de Los Ranchos de Crucita, un poblado donde el 95% de la gente vive de la pesca, están preocupados. Desde la noche del lunes, los pescadores artesanales José Mero (30) y Javier Mero (18) están desaparecidos.
Su temor es que las olas de hasta 3 metros de altura ocasionadas por la tormenta que azotó el lunes a Manabí, haya virado la lancha en la cual viajaban.
Desde las 05:00 de de hoy, continuó la búsqueda de los pescadores, desaparecidos tras la tormenta acontecida el lunes.
La búsqueda se concentra por el momento en la zona de San Clemente, cerca a Bahía de Caráquez, ya que ahí se encontraron dos tanques de gasolina que se presume pertenecerían a la lancha de los pescadores.
La exploración está corriendo a cargo de los lugareños.
Ayer, en Los Ranchos de Crucita corrió el rumor de que la tripulación de un barco camaronero encontró los cuerpos. “No fue confirmado”, aseguró el padre de los pescadores..
Era la primera vez que los primos Mera salían en la lancha a Guadalupe, a 80 km de la playa de Crucita. Zarparon a las 16:00 y tenían dos pomas de combustible. “Era suficiente para navegar entre Bahía y San Clemente y regresar”, cuenta, entre sollozos Eliseo Mero, padre de José.
Según él, se fueron en busca de corvinas que empezaron a llegar a ese lugar.
Los pescadores de la zona acostumbran a llevar teléfonos celulares y llaman hasta tres veces al día para informar las novedades a sus familiares. Los primos Mero no se comunican desde el lunes.
“Los fuertes vientos se llevaron a mi hijo. Ya es hora de que esté en su casa junto con sus cinco hijos. Su esposa ya está en el tercer mes de embarazo de su sexto hijo”, cuenta Eliseo.
Los familiares, vecinos y amigos de los Mero ya visten con ropa negra. Presienten que ambos pescadores están muertos.
En Manta, en cambio, los pescadores artesanales no se dan por vencidos. Ellos tratan de sacar sus lanchas del mar y ubicarlas en el malecón. La mayoría de embarcaciones está en malas condiciones, luego de la tormenta.
Vicente Anchundia contrató dos buzos para que busquen sus tres motores fuera de borda. “Solo en motores tengo más de USD 20 000 invertidos y debo más de la mitad. Lo peor es que mi compromiso económico es con un chulquero (prestamista que cobra altos intereses)”.
La hora de trabajo de un buzo se cotiza entre los USD 70 y 80. Anchundia pagó USD 240 a cada buzo y encontró los motores en mal estado. “Están rotos, apenas servirán como repuestos para otros. No sé qué voy a hacer de ahora en adelante. A mis 58 años es difícil encontrar trabajo”.
Desde el martes, los conductores de lanchas, que a diario realizan viajes entre el malecón y los barcos ubicados en la rada del puerto (zona de parqueo de las naves), trabajan sin parar.
“Nuestras embarcaciones están equipadas con motores pequeños. Hemos ayudado a los pescadores, pero los motores no tienen mucha fuerza”, dice Fabián Macías, propietario de una panga.
Ayer, en las costas de Manabí se registro un nuevo oleaje. Las olas de hasta 2 metros golpeaban a lo largo de los malecones de Manta, Tarqui y Los Esteros. Algunas personas como Wilfrido Matute se dedicaron toda la mañana reparar los techos de las casas.
Según Manuel Delgado, quien vive en la calle Isidro Ayora de Jaramijó, la cubierta de su inmueble apenas fue cambiada hace un año. “Fue arrancada por los ventarrones. Tuve que salir a buscar las planchas por todo el barrio”.
Los comités de operaciones de emergencia (COE) de los nueve cantones costeros de Manabí están activados. “La intención es estar atentos a cualquier tipo de situación anómala que se presente, para alertar a la ciudadanía”, comentó el director de la Secretaria del Gestión de Riesgo (SGR) de Manabí, Roque Mendoza.