Ya lo hizo en ‘La edad de la ciruela’, ‘Pluma’, ‘El deseo más canalla’, ‘Francisco de Cariamanga’. Ahora, con ‘Piel roja’, la actriz quiteña Valentina Pacheco retorna a la dramaturgia de Arístides Vargas, cabeza de Malayerba. “El país donde nací a nivel teatral es el lenguaje de Arístides. Es una metáfora, una poesía que se acerca mucho a mi universo interior, a cómo percibo la realidad”, dice Pacheco. Los personajes de Vargas, siendo lúdicos y surrealistas, empatan con los procesos de construcción que sigue la actriz. ‘Piel roja’ se incluye en lo que la actriz ha llamado trilogía de monólogos. Esta serie fue surgiendo por el reto de asumir un trabajo unipersonal. Empezó con ‘La Torera’, bajo la dirección de Viviana Cordero. Allí, vivió su personaje desde la historia y la locura. Después, ligó este último motivo con las citas bíblicas y con el sentir interno de la mujer en ‘La herencia de Eva’. Ahora, en ‘Piel roja’, la actriz realiza una búsqueda interna y explora los territorios de la identidad desde referencias al controvertido personaje de la mexicana Malinche. Para Pacheco, trabajar monólogos es una experiencia gratificante por la dinámica de producción y por la integración que ella vive como actriz con artistas dedicados a otras ramas específicas. Por ejemplo, para ‘Piel roja’ se integraron el pintor Marcelo Aguirre, el escenógrafo Víctor Hoyos, la iluminista Pilar Velasco y la vestuarista Sara Constante. Con Marilú Vaca, Pacheco trabajó por vez primera en el filme ‘Cara o cruz’, luego se reencontraron para el rodaje de la película, aún no estrenada ‘Criaturas abandonas’. Allí surgió la idea de que Vaca dirigiera el remontaje de ‘La herencia de Eva’. Sobre la experiencia, Pacheco dice: “Me gustó el acercamiento con ella, me deja que proponga elementos, es un diálogo muy rico”.Por esa apertura, y porque la dramaturgia fue guiando ‘Piel roja’ hacia alguien de sus cualidades, Vaca dirige el montaje. Un montaje que tiene mucho de autobiográfico, pues sale de las vivencias de Valentina Pacheco. Una actriz que con esta pieza celebra 20 años dedicados a la actuación y marca un punto en el que ella se siente satisfecha por todo lo realizado sobre tablas.