Seguramente hoy, querido lector o lectora, antes o después de leer este espacio usted se aprestará a participar en alguna celebración por el Día de la Madre. Y es más probable todavía que, dentro del bombardeo publicitario de los días pasados, se haya encontrado catálogos con los consabidos artefactos mezclados con aparatos de ejercicios, geles reductores y hasta tratamientos en combo para que mamá esté ‘en forma’.
Y puede ser que este furor haya sido una de las razones para que en ningún medio ecuatoriano (por lo menos escrito o digital ) se haya mencionado que el jueves pasado fue el Día Internacional contra la Dieta. En inglés se llama International No Diet Day. Yo no sabía, pero es una jornada de concienciación que se celebra desde 1992, más o menos con el mismo sentido que el Día Mundial del Sida (1 de diciembre). Incluso tiene como símbolo un lazo similar al de la lucha contra el VIH, que es rojo, y el lazo rosado de las campañas contra el cáncer de seno.
Este año actrices de Hollywood, como Jessica Simpson, aprovecharon para sentirse orgullosas de sus curvas, y otras para quejarse de que se les vuelve imprescindible pasar días comiendo solo espinacas, porque de otro modo no conseguirían un papel en el cine o en la televisión (1).
La prensa de espectáculos internacional también aprovecha para expresar su ‘preocupación’ por la extremada delgadez de figuras como Victoria Beckham y Catherine Zeta-Jones que, sin embargo, continúan siendo protagonistas de cientos de portadas.
La idea de un día contra las dietas está enfocado en cuán irresponsables podemos ser las personas (y sobre todo las mujeres) en inventarnos regímenes para reducir tallas y vernos bien. La empezó una mujer británica, Mary Evans Young (2), que sufrió anorexia y empezó a organizar actividades para que las mujeres empiecen a aceptar sus cuerpos y no obsesionarse con lo que marque la balanza.
Los que digan que se trata de un invento de países anglosajones no deben olvidar que el Día de la Madre que celebramos hoy también arrancó por esos lares. Y que aunque el subregistro es grande, hay estudios que dicen que hasta el 2% de las jóvenes en América Latina pueden sufrir de un desorden alimenticio como la anorexia o la bulimia. Y que hay cálculos de que, aunque el porcentaje de sobrepeso entre las colegialas no supera el 20%, el 90% ha hecho por lo menos una dieta… No es ningún chiste, ¿verdad?
Por si le interesa:(1) www.eluniversal.com.mx/espectaculos/98170(2) www.eskimo.com/~largesse/INDD/