Temblorosa por el intenso frío, Estefanía esperaba ansiosa junto a los quirófanos del Hospital Naval, en el sur de Guayaquil. A cada rato se llevaba las manos a la boca para ocultar el tiritar de sus labios y la ligera cicatriz que recorría su boca.
Hace cuatro años, la chica de 15 años fue intervenida quirúrgicamente para corregir su problema de labio leporino. Pero requería de una nueva operación.El lunes, junto a una vecina, salió desde Yaguachi para ser parte de los 70 pequeños que reciben cirugías gratuitas de labio leporino, paladar hendido y otras malformaciones faciales.
En medio del ir y venir de los 23 médicos estadounidenses de la Fundación James Correa, encargados de las operaciones, Estefanía se preparaba. Vistió una bata verde, zapatones y un gorro, antes de subir a la camilla.
Afuera, en una sala, los padres de otros niños aguardaban. Apenas se abría la puerta trataban de escuchar alguna noticia.
Miriam Jaigua aguardó casi dos horas. Su hijo Brian, de 12 años, ingresó al quirófano a las 13:00. “Estaba nervioso, pero él quería esta operación. En el colegio hay compañeritos que se burlan de él porque no puede hablar bien”.
Junto a ella, la madre de Sebastián , de 2 años, lucía nerviosa. El bebé fue operado de paladar hendido y labio leporino.
Después del bisturí, en el posoperatorio, ambos niños se recuperaban. La doctora Christine Conyngham calentaba al pequeño Sebastián en sus brazos. A más del chillido de las máquinas que marcaban sus pulsaciones, solo se oían las conversaciones en inglés de pediatras y cirujanos.
Ronald Muñoz, director del hospital, explica que esta es la segunda ocasión en que los voluntarios de la fundación James Correa realizan cirugías gratuitas a niños pobres.
“Ellos aportan con insumos, mientras que el hospital ofrece los servicios de atención y los exámenes previo a la intervención. También nos encargaremos de su seguimiento y terapias de rehabilitación, si es necesario”.
Las malformaciones de labio y paladar son comunes en Ecuador y el resto de América Latina. Según las estadísticas, de cada 500 nacidos vivos, a uno se le detecta este problema congénito.
Manuel Sánchez, cirujano máxilo facial del Hospital Naval, detalla que los niños con este problema requieren entre ocho y 12 cirugías para corregir la malformación. “Cada operación cuesta entre USD 3 000 y 5 000”.
En una sala de consulta externa, unas 30 madres junto a sus hijos esperaban un turno para la valoración médica de varios tipos de malformaciones en el rostro. Los exámenes previos incluyen pruebas de sangre, radiografías y chequeo cardiológico.
Alexandra Sánchez llevó a Christopher, de 9 años. El niño padece de una microtia del pabellón auricular. Es decir, una deformación de su oreja izquierda.
A pocos pasos, Nancy Coello acariciaba a su hija Emily. La pequeña, también de 9 años, será operada de una microsomía hemifacial, un trastorno que impidió el desarrollo del tejido del lado izquierdo de su cara, lo que afecta sus maxilares. “No puede abrir la boca, solo toma líquidos y casi no habla. Espero que la puedan ayudar”, contaba Coello.
En Quito, los médicos de la Fundación James Correa harán operaciones de malformaciones faciales para niños de entre 1 y 12 años, en agosto. Las valoraciones e intervenciones médicas se realizarán en el Hospital General de las Fuerzas Armadas.