El Gobierno de México reiteró su reclamo a Estados Unidos por el uso desproporcionado de fuerza de la Patrulla Fronteriza. Esto, tras el asesinato de un adolescente cerca a un paso limítrofe, que ayer generó indignación en políticos y habitantes de la frontera.
La canciller Patricia Espinosa dijo que México mantiene “la insistencia en que haya una investigación exhaustiva”.
Señaló que seguirá de cerca los avances de la pesquisa por la muerte de Sergio Hernández, un estudiante de secundaria de Ciudad Juárez de 14 años, bajo un puente fronterizo sobre el río Bravo en la conflictiva Ciudad Juárez, vecina de El Paso (Texas).
Hernández perdió la vida el lunes último por la noche, después de que un oficial de la Patrulla Fronteriza disparara a un grupo de emigrantes que, aparentemente, le arrojaron piedras. Su madre, Guadalupe Huereca, explicó que su hijo no pretendía cruzar a territorio estadounidense.
Huereca relató que ese día su hijo acudió a la línea fronteriza a visitar a su hermano, quien trabaja en la zona de aduanas de Ciudad Juárez. Testigos señalaron que el adolescente y otros amigos se acercaron al río Bravo -que en esa parte divide a ambos países- para cruzar, supuestamente, a EE.UU. Cuando el grupo regresaba fue perseguido por agentes estadounidenses, uno de los cuales disparó a los chicos.
Los padres del adolescente aseguran que fue asesinado en territorio mexicano. Su cadáver quedó tendido del lado mexicano bajo el puente donde según sus compañeros se encontraba jugando, junto al río que en ese trecho apenas es un hilo de agua.
El Departamento de Estado de EE.UU. lamentó el hecho y anunció que el guardia que hizo los disparos fue separado del cargo.
El Gobierno mexicano, al condenar en forma enérgica el crimen, resaltó un preocupante aumento de las agresiones contra migrantes por parte de agentes estadounidenses que, dijo, ha causado este año 17 víctimas, entre muertos y heridos, mientras en el 2008 solo fueron cinco.
El incidente ocurre días después que murió el emigrante mexicano Anastasio Hernández, de 42 años, quien fue golpeado por agentes de la Patrulla Fronteriza en San Isidro, California. Hernández falleció el lunes 31 de mayo, después de una brutal paliza y una descarga eléctrica por parte de agentes que lo detuvieron por estar indocumentado.
A las dos muertes en estos incidentes fronterizos de los últimos días se suma la tensión generada por la inminente entrada en vigencia de una ley considerada como discriminatoria para los inmigrantes en Arizona (sur de Estados Unidos), donde viven 460 000 extranjeros que han ingresado en forma ilegal, de los cuales un 90% son mexicanos.
Políticos mexicanos, habitantes de la frontera y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional han insistido en la necesidad de poner fin a los exabruptos de las autoridades migratorias estadounidenses.
El presidente del Senado mexicano, Carlos Navarrete, a nombre del Partido de la Revolución Democrática, pidió ayer al presidente Felipe Calderón mayor firmeza y “cerrar filas frente al Gobierno estadounidense”.