El ex vicepresidente Blasco Peñaherrera lanzó el jueves pasado el libro ‘Perú-Chile, desde las cenizas’ donde prende alertas sobre el futuro del Ecuador
¿El libro que usted acaba de editar es para comparar el futuro económico de Chile y Perú con el del Ecuador?
Más bien para explicar cómo estos dos países fueron destruidos por un proceso de cambio negativo en los años 70 y como han logrado volver desde las cenizas.
¿En el caso de Chile a quién se refiere: a Salvador Allende (1970-73) o a Augusto Pinochet (1973-89)?
A Allende, exclusivamente…
Está hablando en palabras mayores. Él es un ícono de la izquierda latinoamericana…
El desconocimiento y falseamiento de los hechos lo ha convertido en un mito, cuando en realidad su propósito era convertir a Chile en república socialista al estilo soviético o cubano.
¿No fue más nefasto el régimen dictatorial y violatorio de los DD.HH. de Pinochet?
En mi libro recojo citas de testigos mayores como las autoridades de la Cepal, muy cercana a la izquierda, y publicaciones como The Economist. Ellos describen la situación que vivía Chile.
¿Solo la económica?
También la situación social y la violencia generada por fuerzas externas a Chile. Eran los años de apogeo del sovietismo y del fervor de la Revolución Cubana. Chile fue el epicentro de esos experimentos. Pinochet, con todos los excesos represivos, detuvo el deterioro e inició la recuperación.
¿Causando miles de muertes y desapariciones?
¿Cuál es el costo más alto? ¿El de la destrucción o el de la recuperación? Mi testimonio es objetivo.
Usted está afirmando que se vivía mejor con Pinochet…
De Pinochet hay años de una recuperación dolorosísima.
¿Tres años malos de Allende condenaron a ese país a 15 años de totalitarismo?
Destruir un país es dolorosísimo. Con un discurso se lo puede hacer. El presidente del Perú, Alan García, en su primer período, dio un discurso fervoroso diciendo que no iba a pagar la deuda externa, que solo pagaría el 10% de las exportaciones. Y en un siguiente discurso anunció la incautación de los bancos. Perú se fue al diablo. Yo quiero explicar en mi libro que las recuperaciones son muy dolorosas.
En su óptica, Alberto Fujimori cumplió el mismo papel de Pinochet, al rescatar al Perú de la gestión de García.
Sin duda alguna. Sendero Luminoso no fue inventado por Fujimori. Surgió tras el desastroso gobierno de Velasco Alvarado, luego vino la actitud complaciente de Fernando Belaunde y la de la primera Presidencia de García.
¿Defiende las políticas de Pinochet y Fujimori?
Más que generar polémica quiero buscar un debate. Lo que pretendo es ser un defensor de la sensatez de los gobiernos; del respeto al derecho a la propiedad y de la instauración de la seguridad jurídica, para atraer inversión y atraer el desarrollo. Solo con estas condiciones, y con respeto a la libertad de expresión es que avanzan los países.
¿La prensa fue atacada?
Velasco Alvarado se enfrentó a la prensa. Terminó por incautar todos los medios y los entregó a los llamados sectores sociales que no eran más que cuatro pillastres esbirros del Gobierno. Por eso volvieron a la prensa peruana de una vulgaridad y estulticia absolutas.
¿Pretende volver premonitorio a su libro? ¿Qué le quiere decir al Ecuador?
El riesgo que estamos corriendo al repetir las políticas y el enfoque ideológico y estratégico que inspiraron a esos dos gobiernos: Allende y Velasco Alvarado. A Chile había que viajar con una maleta con jabón, pasta dental y papel higiénico. Un proceso similar al de la Venezuela de estos días. Claro, este país tiene una impresionante riqueza petrolera.
La situación actual de Ecuador es producto de los gobiernos que fracasaron. Usted fue parte de ellos…
No simplifiquemos la realidad. Pero en el país, desde el 2000 y el 2007 la pobreza disminuyó con una política económica sensata. Notemos que las desigualdades en nuestros países tienen un origen colonial. Cambiar eso solo se consigue con fuerza constante. Eso ha sucedido con Perú.
En ese país la pobreza no decrece al mismo ritmo que se ha disparado la economía.
Es que es un proceso más complejo el de vencer las desigualdades. Pero si se despoja a los ricos se los empobrece sin que los pobres, en cambio, progresen.