Escondido en la parte trasera de un taxi, Wang Yuchen tiene miedo de ser visto cerca del mar de lodo y escombros que hasta hace unas semanas era su aldea natal y ahora es el sitio donde se construirá un nuevo parque temático de Walt Disney.
Este ingeniero es parte de la pujante clase media de China, que se encuentra repentinamente del lado equivocado del gobernante Partido Comunista respecto al candente tema de las confiscaciones de tierras. Una compañía constructora china está arrasando con su aldea natal, un bucólico enclave en las afueras de Shanghái, y el terreno vacante será entregado al gigante estadounidense del entretenimiento, según dicen trabajadores de la demolición y medios estatales.
Tanto Disney como la Municipalidad de Shanghái se negaron a formular comentarios sobre si los desalojos fueron realizados para hacer espacio al parque.
“Lo mejor es que todas las preguntas sobre reubicación sean hechas al Gobierno Municipal de Shanghái”, dijo la portavoz de Disney en Shanghái.
Wang dice que no se opone a mudarse, pero no le han ofrecido una compensación adecuada por la residencia de dos plantas sobre la que volcó los ahorros de su vida. “El país tiene que desarrollarse y este es un buen proyecto para Shanghái. Pero un parque de entretenimiento para que la gente se divierta no debería construirse sobre las ruinas de nuestra felicidad”, dijo Wang. Los desarrolladores le han ofrecido hasta tres departamentos para reemplazar su propiedad, pero estos tienen el reducido tamaño de la mayoría de las casas de Shanghái.
Miles de chinos son desalojados cada año para hacer lugar a proyectos de infraestructura. Las transferencias se han convertido en la principal causa de malestar en un país irritado por la enorme brecha entre ricos y pobres.