Para Eduardo Arízaga, médico neurólogo, el uso indiscriminado de las tecnologías no debe ser considerado una adicción, sino una obsesión.Precisa que la gente es adicta a las drogas y no a un medio de comunicación.La obsesión surge cuando hay una disminución en una sustancia química llamada serotonina. “Esta sustancia, es la que genera placer, y hace que la persona se vuelva obsesiva”. Para tratar casos graves de obsesión es necesaria la medicación. Arízaga dice hay sustancias, como los antidepresivos, que elevan el nivel de la serotonina y la obsesión desaparece.Cada vez estas sustancias tienen menos efectos secundarios y se puede establecer una dosis precisa. Este especialista, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, reconoce el valor comunicativo que tienen las nuevas tecnologías. Para él es fundamental entender que los jóvenes tienen en las redes sociales, en los teléfonos celulares, maravillosos medios de comunicación. La necesidad de conectividad en los jóvenes tiene que ver con la socialización. Al no estar conectados se pierden de las salidas; de las reuniones. “Los adultos nos morimos de las iras cuando en el almuerzo, los más jóvenes se comunican con cuatro o cinco personas, a través de su teléfono y prestan poca atención a la reunión”.Pero entendió que es necesario comprender que todo es parte del avance tecnológico. Para evitar que un hijo, el esposo, un sobrino queden atrapados en alguna actividad electrónica, Arízaga dice que es clave promover una actividad familiar y no puede ser cualquiera. Tiene que ser más agradable que comunicarse con los amigos desde el teléfono Blackberry, o más entretenida que mantenerse conectados a una red social. “Si le proponemos cambiar de actividad, hay que evitar que se aburra, porque de lo contrario retomará su actividad anterior”. Arízaga es partidario de ser más elásticos con quienes han convertido a la tecnología en parte de su día a día. Desde hace más de una década, decenas de investigaciones han querido demostrar, con escaso éxito, la existencia de la adicción a Internet, por ejemplo. Uno de ellos, señala que el 1,2% de la población europea entre 16 y 51 años vive enganchada a la Red. Varios expertos señalan que muchas personas sufren depresión, pero el problema es que todavía no saben qué sucede primero, si la gente deprimida acude a Internet o es esta la que produce depresión.