Fernanda Aristizábal y Paulina Lasso entrenaron junto a sus perros previo a la Perrotón. La prueba será mañana, a las 08:00.
Suena bastante fácil ponerle un collar a la mascota y salir a trotar. Sin embargo, este asunto es más complejo cuando se trata de ejercitar al animal y mantenerlo sano. Para participar en una competencia, personas y canes requieren de procedimientos similares: chequeo médico, entrenamiento, cuidados en la alimentación y una buena hidratación.
Cuando se incumple con una de estas obligaciones es posible que la prueba se convierta en un tormento para el animal y su dueño. A esa conclusión llega Carlos Charry, entrenador de Purina Dog Chow, ante la creciente oferta de pedestres humano-caninas.
Para correr en una de esas pruebas, se requiere de varias horas de entrenamiento. Para una pedestre de 10 kilómetros, por ejemplo, la sugerencia es prepararse con tres meses de anticipación. Así se evitarán calambres, dolores musculares, cansancio y mareos.
La recomendación también es válida para el can. La preparación debe ser progresiva para evitar sobreentrenamiento: un kilómetro el lunes, otro el martes y así sucesivamente hasta completar los 10 o 15 kilómetros. Es la sugerencia del ciclista Felipe Borja, quien recorre largas distancia con Scooby Doo, un gran danés.
El dueño deberá percatarse de que el can está listo para competir cuando se haya formado un ligero callo en la planta de las patas. Esto protegerá del roce contra piedras y astillas. Si esto falta, entonces se producirán lesiones e, incluso, sangrados. Eso ocurre, según Charry, porque el perro no está acostumbrado a correr.
Cuando esto pasa, no se debe halar al perro, castigarlo para que avance o ignorar su cansancio. Lo normal, cuenta Charry, es que el perro corra con la lengua afuera de su boca. El color de la lengua debe ser rosa. Hay que estar alerta cuando se ponga morada ya que podría darle un paro cardíaco.
Para evitarlo, los organizadores establecen distintas distancias (1, 2, 3… km). Después del entrenamiento, el dueño debería estar en la capacidad de ubicar a su perro en la categoría adecuada.