Pablo Corral ha trabajado en proyectos fotográficos de National Geographic Society. Foto: Jenny Navarro / Archivo / EL COMERCIO
A partir de este lunes (2 de febrero de 2015), el fotógrafo Pablo Corral Vega asume el cargo de Secretario de Cultura del Distrito Metropolitano de Quito. Un trabajo que, tras revisar su hoja de vida publicada en www.pablocorralvega.com, se constituye en el primero de gran envergadura en materia de gestión cultural pública en el país.
Corral Vega es el segundo secretario de Cultura de Quito del actual gobierno municipal. Hasta el viernes 30 de enero, y por ocho meses, lo fue Mariana Andrade Estrella, exdirectora de las salas de cine Ochoymedio y productora cinematográfica y teatral.
Creada en 1953, cuando se llamaba Instituto Municipal de Cultura, esta Secretaría es la encargada de las políticas y planificación cultural de la ciudad. En sus 62 años de funcionamiento, sin embargo, no se ha consolidado un plan de trabajo de largo aliento.
Ahora la Secretaría de Cultura es la encargada de planificar parte de las agendas de cinco entidades: Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural, Fundación Museos de la Ciudad, Fundación Teatro Nacional Sucre, Centro Cultural Metropolitano y Centro Cultural Benjamín Carrión. A esto se suman 35 programas y proyectos, con más de dos millones de beneficiarios. En el marco de la llegada de Corral, este Diario identifica cuatro puntos claves para la gestión de esa Secretaría.
Una ciudad con políticas culturales
Para Paola de la Vega, miembro de Gescultura, urge la creación de políticas culturales ciudadanas en las que no solo se tomen en cuenta a las bellas artes y al patrimonio como ejes fundamentales de las acciones del Municipio. A su criterio, es necesario el debate del modelo de cultura urbana que se quiere. Una discusión que debe tomar en cuenta los insumos elaborados en los últimos años (estadísticas, entrevistas, foros) y que se encuentran dispersos debido a la falta de un riguroso sistema de planificación.
La interacción entre gestores y artistas
Uno de los puntos centrales es la creación de un modelo claro de retroalimentación entre los actores y gestores culturales y la Secretaría, que vaya más allá del formato clientelar que se ha manejado mayoritariamente. En este aspecto, proyectos como la Red de Espacios Escénicos Independientes han sido estratégicos. Iniciativas como esta ayudan, como lo explica la economista Gabriela Montalvo, a que se pueda levantar un registro cercano a la realidad de los lugares y los trabajadores de las artes de la ciudad.
La creación de una ordenanza municipal
Uno de los retos para la Secretaría es crear una ordenanza de cultura, que entre otros puntos reconozca a los creadores y gestores como trabajadores. De este modo, bajo la visión de la economista Gabriela Montalvo, la gente del sector cultural adquiere un nuevo estatus que le permite desarrollar sus actividades con el respaldo laboral necesario y potencia nuevas dinámicas económicas y sociales en la ciudad. Asimismo, tal ordenanza deberá regular los sistemas de incentivos para los artistas a través de premios y fondos.
La consolidación de la agenda de eventos
Una Secretaría que sea más que una productora de eventos. Esta es una de las conclusiones a las que llega el investigador Fernando Carrión cuando piensa en Quito como un escenario cultural. Su visión es que la agenda de esta institución no se limite exclusivamente al montaje de una obra o de un concierto, sino que, a la par, se puedan establecer nexos con otras dependencias municipales para que existan actividades culturales en espacios como el metro. Con esto, la cultura se volvería transversal en la construcción de la ciudad.