OPINIÓN
Pocas cosas pueden retratar peor al Ecuador como país y como nación que lo ocurrido con los helicópteros Dhruv. Todo lo que ha rodeado al tema deja al desnudo un sistema institucional corroído, un aparato estatal insensible, un sistema burocrático probablemente deshonesto y un sistema oficial de ocultamiento de información digno de la más miserable de las repúblicas bananeras.
Que tres personas hayan muerto en accidentes de helicópteros cuya compra fue hecha a pesar de las denuncias que había sobre sus condiciones de seguridad es gravísimo. Que esa lista de muertes pudo haberse elevado a siete (de no mediar la buena fortuna) el miércoles en Tena es, francamente, insoportable. Y que de por medio haya habido la muerte dudosa de un general que se opuso abiertamente a la compra de esos aparatos, advirtiendo que podría ocurrir lo que ya ha ocurrido, es trágico para su familia y descorazonador para todo un país.
Cuando se anunció la compra, en agosto del 2008, hubo quienes aseguraron públicamente que los aparatos no tenían las condiciones técnicas ni de seguridad para ser adquiridos. Pero muy poco, por no decir nada, se hizo para aclarar dichas denuncias. Como el Ecuador es un país con una institucionalidad prácticamente inexistente no hubo un solo poder público que iniciara una investigación sobre el tema. Ni lo que se decía en público ni lo que se decía al interior de las FF.AA. motivaron la más mínima acuciosidad de un solo funcionario o asambleísta.
Un año luego de la compra, se producía el primer accidente.
Durante una ceremonia militar que se desarrollaba en la Base Aérea Mariscal Sucre, se accidentó el primero de los helicópteros hindúes. La tragedia, que afortunadamente no dejó víctimas mortales, tampoco generó una acción institucional. Ni la Asamblea, ni la Contraloría, ni la Fiscalía, ni la Defensoría del Pueblo ni ninguna de las instituciones creadas bajo la doctrina refundadora de Montecristi movieron un dedo para ver si, en realidad, algo había de malo en esos helicópteros.
Cuestionamientos serios hechos en la prensa tampoco sirvieron para movilizar conciencias.
También se produjo la muerte del general Gabela, el más importante crítico de la compra, en las más misteriosas circunstancias y ni siquiera eso movilizó de forma sustancial ni a la justicia ni al gobierno. En agosto del 2010 el diario inglés The Guardian publicaba un extenso artículo que daba cuenta sobre cómo la Fuerza Aérea de la India había dado de baja a su flota de Dhruvs. Decía, además, que el Ecuador era el país que mayor cantidad de esos aparatos tenía. Nadie se interesó.
Uno pensaría que al producirse muertes en un accidente de los Dhruv se iniciaría un proceso de investigación y un alto a los vuelos de los aparatos restantes. Pero no. El 22 de febrero del 2014 tres militares murieron en la provincia de Chimborazo al caer uno de los artefactos y lo único que hubo fue una investigación que responsabilizaba del suceso al copiloto. Como dice el refrán, se le echó la culpa al muerto y otra vez ni la Asamblea, ni la Contraloría ni la Fiscalía ni nadie hizo nada.
Y no solo que con todos estos antecedentes nadie inició una investigación sino que, para colmo, a nadie se le ocurrió que lo más prudente sería cancelar cualquier operación con los Dhruv. Tampoco.
Y el miércoles pasado ocurrió otro accidente. Afortunadamente éste se produjo a los minutos del despegue en el Tena porque el destino final del vuelo era Guayaquil. ¿Qué hubiera ocurrido si la falla se producía a mitad del vuelo? Decir que nuevamente había habido un error humano hubiera sido impresentable.
Siete helicópteros se compraron bajo la advertencia de que no servían. Han caído cuatro en apenas siete años. Lo peor que podía pasar era que cayera uno. Pero no, esperaron a que caigan cuatro. A estas alturas, no pensar en que la compra fue deshonesta es muy difícil. Casi imposible.
Réplica
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CORRECCIÓN: La referencia al diario inglés The Guardian está errada en el link que se menciona en esta entrada. Como se evidencia en el enlace la referencia correcta es al diario Sunday Guardian de New Delhi, India y la fecha es de agosto del 2014 y no del 2010 como se dice. En la nota del diario indio se dice que todo apunta que los problemas de los Dhruv se deben a defectos en el rotor trasero de los artefactos y que, debido a los constantes problemas que han dado, se ha tenido que suspender en la India sus operaciones.