Para la limpieza se usarán miles de fundas, guantes, mascarillas y escobas. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Una partícula de ceniza es más pequeña que un grano de azúcar. Son diminutos pedazos de piedra y mineral que miden menos de dos milímetros y pueden viajar hasta 100 km por hora empujados por el viento.
Precisamente por eso, la ceniza es uno de los mayores enemigos de la aviación. Si llega a estar en contacto con un avión, podría, hasta, apagar sus motores.
Julio Gamero, vicepresidente de Avianca en Ecuador, explica que en caso de contacto, la ceniza se derretiría debido al calor y se pegaría a las paredes de las turbinas generando desperfectos mecánicos. Además, puede afectar los controles de vuelo y los instrumentos que miden la velocidad y altura.
Frente a ese escenario, la decisión es clara: si se presenta una erupción del Cotopaxi, y existe la posibilidad real de que el viento transporte la ceniza hacia Tababela, el Aeropuerto Mariscal Sucre se cerrará. Pero si el viento lleva el material hacia otro sector, las aeronaves se desviarían por rutas que no tengan presencia de ceniza, y las operaciones se mantendrían, según la Dirección General de Aviación Civil, DGAC.
En el Mariscal Sucre, ubicado a 63 km del volcán, se realizan unas 180 operaciones al día y se movilizan 15 600 personas.
¿Cómo se va a reaccionar frente a una erupción de gran magnitud? Quiport, el operador del aeropuerto, cuenta con un plan que contempla qué hacer antes, durante y después del evento. Sus cerca de 7 000 empleados han recibido capacitación.
Roberto Cortez, gerente de control y vigilancia continua operacional y seguridad de la terminal, explica que el aeropuerto recibe reportes diarios de la DGAC, del Geofísico y de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los EE.UU. (NOAA) por sus siglas en inglés, cada seis horas.
Esa información es analizada y se decide qué medidas tomar.
En aviación, a la nube de ceniza se la llama pluma. Los expertos analizan su altura y dirección para saber hacia dónde se dirige.
Una de las ventajas para el Mariscal Sucre es que en la Sierra los vientos generalmente soplan hacia el occidente debido a la influencia de la zona amazónica, lo que hace que la ceniza se dirija hacia la Costa.
Pero un cambio en la dirección del viento, podría alterar ese escenario. Para ello, la terminal tiene un sistema de análisis de situación: un Comité Coordinador de Crisis (CCC).
Cada que ocurre una erupción, el comité se reúne y analiza el riesgo. Si la emisión es fuerte y hay la certeza de que la ceniza va a llegar al aeropuerto, se activa lo que se conoce como ‘alerta amarilla con afección’. Se alerta a las aerolíneas sobre la futura presencia de ceniza y cada una tiene libertad de elegir si sigue con las operaciones.
Si los vientos no cambian y se constata que la caída de ceniza es inminente, se activa la alerta naranja lo que significa que las aeronaves deben salir, pero sin pasajeros, o protegerse en caso de que no haya tripulación.
Inicia la cobertura de aparatos sensibles como aire acondicionado, ventiladores y los instrumentos que se encuentran en el techo. Ese momento, cada pasajero debe decidir qué hacer. Puede evacuar en auto particular. Además, tendrá a su disposición 270 taxis, seis unidades de Aeroservicios (que viajan directo al antiguo aeropuerto en Quito) y los buses de transporte público.
Una vez que ya llegue la ceniza se activa la alerta roja. Cortez explica que no se puede calcular el tiempo en el que la ceniza tarda en llegar, depende del viento; sin embargo, podría ser entre 20 y 30 minutos.
Si algún pasajero no puede ir a Quito, el aeropuerto le servirá de refugio. La gente podrá acceder a los locales comerciales de la terminal. La administración ya habló con los negocios.
Mientras caiga ceniza, nadie puede estar fuera de la infraestructura. Una vez que la ceniza deje de caer se activa la alerta azul y se empieza la limpieza del lugar. Unas 3 000 personas colaborarán con la habilitación de la pista, el carril de rodaje y las plataformas. Se trabajará en tres turnos de 8 horas cada uno. Si cayeran 5 cm de ceniza, limpiar las cerca de 175 hectáreas tomaría unos siete días.
La limpieza se hace en cuatro fases. En la primera se evalúa la cantidad de ceniza y se organizan los grupos para barrer. La dos empieza una vez que se ha barrido la ceniza más grande.
Entonces entran las barredoras. La tres es para retirar la ceniza pequeña que se acumula entre las placas de cemento y las luces; se realiza con agua a presión. Además, se debe hidratar las áreas verdes, ya que por la fuerza de las turbinas podría levantarse el material. Solo entonces vuelve la normalidad.
En contexto
El monitoreo del proceso eruptivo del volcán Cotopaxi y los informes de las condiciones atmosféricas y meteorológicas son fundamentales para mantener las operaciones aéreas. La presencia de ceniza obliga a modificar las rutas aéreas, con el fin de salvaguardar la integridad de los pasajeros.