Los elencos participantes son Ñucanchic Ecuador, Inti Huayra y Chakana. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Las luces del escenario se encienden y el sonido de las bocinas, que se usan en las comunidades indígenas de Chimborazo para convocar a la gente, empieza a sonar. Así se inicia la coreografía denominada ‘Del Pawkar Raymi al Carnaval’, protagonizada por 50 bailarines de tres agrupaciones folclóricas de Riobamba.
La puesta en escena representa la visión andina de esta fiesta sagrada para la cultura indígena y el sincretismo de esta celebración con la fiesta mestiza del carnaval. En el Pawkar Raymi, los indígenas celebran la época de florecimiento, la fertilidad de la Pachamama y la dualidad de los seres femeninos y masculinos que hace posible la vida.
Las celebraciones andinas coinciden con la fiesta mestiza del carnaval, festejada en todo el mundo, por lo que algunas de las tradiciones, como la preparación del jucho y el juego con agua, representan la fusión de ambas culturas.
Las ceremonias rituales, las comidas típicas, incluso los juegos de carnaval y sus personajes tradicionales, están representados en la coreografía. Los elencos de danza de las agrupaciones Ñucanchic Ecuador, Inti Huayra y Chakana, fueron dirigidos por el coreógrafo e investigador, Juan Carlos Huaraca.
El objetivo de la coreografía es mostrar cómo son las celebraciones del Pawkar Raymi en las comunidades y cómo esta celebración cambió después de la conquista española. A pesar de la llegada de la modernidad, los festejos indígenas se conservan en esencia y considero importante visibilizarlos”, cuenta Huaraca, quien también trabaja como director de la Fundación Cultural Ñucanchic Ecuador.
Él realizó una investigación previa que tomó cerca de siete años, sobre los ritos, ceremonias y costumbres del Pawkar Raymi en las comunidades indígenas de cuatro cantones de Chimborazo. Así, las historias de algunos personajes tradicionales como los Warmi Tukushkas, pudieron mostrarse con fuerza durante la puesta en escena.
El Warmi Tukushka, una expresión kichwa que significa ‘hombre vestido de mujer’, es un personaje que se utiliza para rendirle homenaje a todo lo femenino, pues la mujer representa fertilidad y vida.
Según la cosmovisión andina, no todos los hombres pueden vestirse de mujeres, quienes decidan hacerlo deben cumplir con varias condiciones. Deben tener más de 12 años, ser buenos bailarines, deben saber entonar un instrumento musical y ser respetuosos con sus madres, esposas, hijas y hermanas.
Otro personaje que sobre sale en la escena, es el Hantzhapa, un hombre que utiliza un zamarro, un poncho rojo y sobre su cabeza, lleva la cornamenta de un venado. Este personaje representa la taruga, un juego de carnaval, que consiste en perseguir a un grupo de comuneros disfrazados de venados.
Ellos imitan la cacería de estos animales en los páramos.
En la coreografía, que fusionó la danza contemporánea con la tradicional y tiene una duración de 25 minutos, se mostró también la visión del hombre andino para la Pachamama. La cosmovisión andina dice que todo nace de la tierra y al morir vuelve a ella.
Esa creencia se mostró en el primer cuadro coreográfico. Los bailarines utilizaron vestuarios del diseñador Pepe Rosales, especialista en trajes indígenas, para mostrar el respeto que siente la gente por la tierra que les permite sembrar, cosechar y vivir.
La coreografía se estrenó la semana pasada, como parte de la agenda de la novena edición de los Carnavales por la Vida. Estas demostraciones culturales fortalecen la identidad de la gente, por eso creemos que es importante visibilizarlas en los espacios públicos. Nuestro objetivo es promover la interculturalidad y el respeto entre culturas”, dijo Estuardo Santamaría, director del Ministerio de Cultura en Chimborazo.