El vegetalista Manuel Calazacón realiza un ritual para liberar la mente del estrés y los problemas cotidianos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
El turismo medicinal se implementó desde este año en las comunas Chigüilpe y El Poste, ubicadas en Santo Domingo. Hasta esa provincia tsáchila han llegado durante el 2018 unos 900 turistas en busca de tratamientos ancestrales para tratar el estrés, depresión, hipertensión, entre otros.
Los turistas llegan con una cita previa desde Loja, Azuay, Tungurahua, Imbabura y Pichincha hasta los centros turísticos tsáchilas Mushily y Museo Etnográfico, en Chigüilpe; y Pipoa to, en El Poste.
Según Manuel Calazacón, vegetalista del Museo Etnográfico, cuando el turista busca una experiencia medicinal el trato cambia. Por ejemplo, el menú que le ofrecen es diferente al de los platos típicos. Se basa en frutas, pescado al vapor, infusiones y otros.
Eso se debe a que uno de los primeros pasos que debe seguir el turista es desintoxicarse para recibir mejor el tratamiento ancestral.
Cuando el turista ingresa al centro cultural se reúne con el chamán o vegetalista de la comuna. Él explica en qué consistirá el tratamiento, según la enfermedad y la edad. También muestra el lugar donde se hospedará, que son unas pequeñas cabañas con literas o camas. “Se les ofrece también el servicio de camping o si prefieren pueden alojarse en un hotel cerca de la ciudad”.
El tratamiento se inicia con un ritual, tipo sauna. Los nativos suelen llamarlo Nipi. En una habitación cerrada se calientan, en una especie de horno, 16 piedras con las que se va rodeando al paciente. Se colocan de cuatro en cuatro y cada grupo representa a los cuatro elementos de la naturaleza. Con ese ritual se eliminan las toxinas del cuerpo.
Luego se realiza una limpia que liberará la mente del paciente para el siguiente paso, que es el ritual del nepi o la ayahuasca. Este paso es opcional y los chamanes lo recomiendan para los turistas que estén estresados. Ayuda a liberar tensiones a través de alucinaciones inducidas por esa bebida tsáchila.
En la noche se realiza un ritual para activar las energías positivas y se hace un baño de florecimiento en las cascadas de las comunas. Al siguiente día se ofrecen masajes relajantes, una presentación artística y una exposición de leyendas típicas.
La turista quiteña Mariana López vivió esta experiencia. Ella presentaba problemas de ansiedad, estrés e insomnio. “Hacer este tipo de turismo es renovador, cambia la visión de la vida, te relajas y tus energías y espiritualidad fluyen”.
Los paquetes turísticos que ofrecen los tsáchilas pueden ser de uno o dos días e incluyen remedios naturales para tratar la dolencia en casa.
Emilio Calazacón, vegetalista de Mushily, afirma que al ser tratamientos naturales se pueden hacer en familia, incluyendo a los niños. “Este turismo es diferente, porque buscamos sanar. En el tradicional solo mostramos nuestra cultura”.