En los páramos de Pasa corre el agua por pequeños riachuelos a los reservorios. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La neblina lentamente se disipa y deja al descubierto una inmensa sábana verde esmeralda -rodeada de cerros, montañas, bosques y lagunas- que brilla con los escasos rayos solares. Decenas de aves emprenden su vuelo por el inmenso paisaje que guardan las 2 300 hectáreas de páramo.
El cuidado de este tesoro está a cargo de los habitantes de las ocho comunidades indígenas de la parroquia Pasa, localizada a 20 minutos al suroeste de Ambato, en Tungurahua. A simple vista perecería un sitio deshabitado, pero es el reducto de conejos, zorros, águilas, venados osos, tórtolas, colibríes, insectos y más.
Todo este edén estuvo amenazado por el sobrepastoreo
de ganado vacuno, lanar y equino. En estas grandes extensiones -compuestas por pajonal, bosques de Polylepis, almohadillas (que retienen el agua lluvia) y otras especies de plantas- pastaban más de 1 700 animales hasta hace 10 años. También la quema del pajonal era excesiva y la deforestación del bosque nativo (para usarlo como leña) dañó este espacio de la Sierra.
En un martes, un grupo de comuneros de las organizaciones campesinas e indígenas de Pasa, conjuntamente con los técnicos de la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas (CESA) y de Socio Bosque del Ministerio del Ambiente de la provincia, se sumergen en este inmensa alfombra.
En la reserva natural. Esta área tiene sitios para visitar y escalar, como el Casahuala, que es la montaña más alta en las 2 300 hectáreas. También hay bosques y lagunas.
A cada paso, las botas se hunden entre 5 y 10 centímetros. Es como pisar en una esponja húmeda cubierta de vegetación e inestable. La cantidad de líquido vital que se almacena en este reservorio abastece de agua potable y de riego a más de 7 500 habitantes de las ocho comunidades y al centro poblado de esta parroquia.
Por los pequeños riachuelos similares a venas corren alrededor de 500 litros de agua por segundo. Esta alimenta la represa Chiquihurco, con 350 litros. Esta obra es parte de los vasos de regulación de la cuenca del río Ambato, que almacena más de 3,5 millones de metros cúbicos. Fue construido por el Consejo Provincial de Tungurahua.
De este se benefician los regantes del canal de riego. Además, provee de agua potable a Santa Rosa, parte de los habitantes de Ambato, a través de la planta de tratamiento de Apatug y Chiquihurco, en Pelileo.
En la delegación acompaña Amado Martínez, coordinador de proyectos de CESA, en Tungurahua. Recuerda que en el 2007 comenzaron a trabajar con los comuneros del sector. En ese año, la reserva de agua dulce estaba descuidada con un sobrepastoreo.
Los proyectos productivos. Con los recursos que reciben como incentivo al trabajo de protección del páramo invirtieron en la construcción de una vaquería y un centro de acopio lechero.
Convencer a los comuneros sobre la importancia de este espacio fue difícil, pero al final decidieron apoyar el proyecto. Para eso efectuaron giras de observación. La carga animal en el área se redujo a 700 animales, es decir, se eliminaron 100 por año. En la actualidad, con su ingreso en el 2010 al programa Socio Bosque del Ministerio del Ambiente y el Fondo de Páramos del Consejo Provincial de Tungurahua, reciben fondos económicos como incentivo por mantener este hábitat natural.
Ellos lograron implementar varios proyectos productivos en las ocho comunidades. Manuel Amanta, presidente de la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Pasa, está alegre.
Cuenta que con los recursos lograron instalar una vaquería con 45 vacunos de raza que beneficia a todas las comunidades. Además, instalaron un centro lechero para el enfriamiento de 400 litros de leche diarios. Ellos compran a los productores locales. Les pagan USD 0,40 centavos por cada litro. “Es una forma de incentivar a la gente, pues recibieron pastos mejorados y animales menores, para que cuenten con recursos económicos”, explica Amanta.
En el recorrido, Carlos Villacís, técnico del Ministerio del Ambiente, inspecciona y monitorea que la conservación se cumpla y que no haya sobrepastoreo, con el propósito de mantener el incentivo económico. Cada año reciben USD 37 000 del Socio Bosque y USD 70 000 del Fondo de Páramos. A través del incentivo se bajó la carga animal y en algunos sectores que estaba deforestado hay una regeneración, por lo que se mantendrá ese aporte.