Un grupo de perros descansa en La Carolina. Uno tiene collar, pero su dueño no está. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Más de 300 000 animales callejeros caminan por las calles de Quito y los valles en busca de agua y comida para sobrevivir. Las organizaciones de rescate concuerdan en que la mayoría tuvo o tiene familia.
La Comisión de Salud del Concejo Metropolitano ha identificado cuatro tipos de abandono en distintos sectores del Distrito. En los barrios periféricos de la ciudad existe un tipo de callejización de las mascotas. “La mayoría de perros que está en las calles pertenece a familias, pero durante el día pasan fuera y en la noche los meten”, explica el concejal Mario Guayasamín, presidente de la comisión.
Carolina Redín, fundadora de ENDA, también concuerda con esta información. “Generalmente recibimos denuncias de la parte sur de Quito, Pomasqui, Calderón y Carcelén”, dice.
El segundo tipo de abandono se genera en el anillo vial periférico de Quito. A estos lugares llegan personas en sus vehículos con sus mascotas y los dejan a un lado de la calle, “La mayoría muere atropellada”, cuenta Camilo Ramírez, de Acción Animal Ecuador.
El tercer tipo de abandono se da en zonas urbanas como parques y plazas. Son puntos donde las familias llevan a sus mascotas supuestamente para pasearlos. “Les sueltan la correa, se esconden y se van”, indica Guayasamín.
Aquí también se registran casos de perros perdidos que, por no llevar identificación, no pueden regresar a sus hogares con sus familias.
En el caso del Parque Metropolitano de la Guangüiltagua, el Municipio piensa que es el primer punto de abandono en la capital. “Allí se formó la primera jauría en estado feral”, comenta.
Esta situación, no es salvajismo sino de independencia. Los animales se mantienen por sus propios medios y comen lo que encuentran sin ayuda humana.
Finalmente en las zonas rurales hay otro tipo de callejización. Los perros cumplen una labor de seguridad y de cuidado de los cultivos, por lo que permanecen fuera de las casas todo el tiempo.
Si bien tienen dueño, no son mascotas sino animales de servicio.
Para solucionar el problema de los perros callejeros, Guayasamín explica que se necesita una política integral que trate el asunto. “Tenemos solo dos inspectores de fauna urbana y las organizaciones están rebasando su capacidad de atención”, concluye.