Este género contemporáneo apuesta por contar historias que sean más cercanas a los lectores. Ilustración: Ingimage
Los monstruos de la literatura contemporánea son parte del paisaje cotidiano de las personas. Ahora, el terror está en la casa que se habita, en el colegio en el que se estudia o en la oficina en la que se trabaja.
En ‘Caninos’, un relato corto de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, publicado por Turbina Editorial, el monstruo es Papi, el esposo de Mami y el progenitor de Hija y Ñaña. Papi es un hombre dedicado a la ingesta de alcohol. Cuando Papi no bebe sufre de temblores, suda y se acurruca en cualquier esquina de la casa.
Hija y Ñaña odian cuando sus padres se emborrachan, pero lo que de verdad las perturba es cuando Papi camina en cuatro patas por la casa. Cuando lo hace, es Mami quien lo lleva atado con una cuerda y un bozal en la boca. Cuando Papi lanza sus ladridos, el miedo se apodera de sus hijas.
En ‘Ajuar funerario’, del escritor peruano Fernando Iwasaki, la literatura de terror también tiene como clave narrativa la vida cotidiana. En esta publicación, los escalofríos son provocados por microrrelatos donde el terror aparece en forma de insomnio, de hipotecas no pagadas, de violencia doméstica, de soledad o de deseos no cumplidos.
Uno de los microrrelatos de este libro, publicado por la editorial Páginas de Espuma, tiene por título ‘Día de Difuntos’. “Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras. -Pero mamá, tú estás muerta. -Tú también mi niño. Y nos abrazamos desconsolados”.
El terror en la obra de la escritora Mariana Enríquez está matizado por la extrañeza cotidiana, el desvío de la norma, la culpa, el patriarcado y hasta por la historia nacional.
En ‘Las cosas que perdimos en el fuego’, la trama de sus 12 cuentos publicados por la editorial Anagrama, los protagonistas son niños que se arrancan las uñas o se afilan los dientes, parejas a punto de romper, huérfanos y mujeres que viven aislados del mundo.
Otra de las características de los cuentos de Enríquez es que el terror está salpicado de dosis de humor negro En ‘Nada de carne sobre nosotras’ cuenta la historia de una mujer que se encuentra una calavera en la calle y decide llevarla a su casa. “Por respeto decidí bautizarla con el genérico Calavera. Por la noche, cuando mi novio volvió del trabajo, ya era solamente Vera. Él, mi novio, no la vio hasta que se sacó la campera y se sentó en el sillón. Es un hombre muy desatento. Cuando la vio, dio un respingo, pero no se levantó. También es perezoso y se está poniendo gordo. No me gustan los gordos”.
Una de las autoras clásicas de la literatura gótica contemporánea es Ángela Carter. ‘Quemar las naves: Los cuentos completos’ es una publicación en la que se recoge su pasión por este género, que siempre estuvo atravesado por una mirada feminista.
Este volumen, que cuenta con un prólogo de Salman Rushdie, está poblado por marionetas que cobran vida, verdugos enamorados de sus hijas, sótanos llenos de instrumentos de aniquilación, de ensoñaciones orientales y también de monstruos clásicos.
Valdemar es una de las editoriales en español que más se ha dedicado, en los últimos años, a la publicación de literatura de terror. Su última colección se titula ‘Insomnia’ y reúne el trabajo de ocho autores de diferentes latitudes.