En la clase de piano no hay la formalidad de una sonata de Mozart. El pequeño Bolívar Holguín, de 9 años, está relajado junto al teclado . Frente a él, en la pared, se despliega la proyección de un pentagrama con notas musicales. Está atento a seguir la melodía del ejercicio en cuanto una voz robótica -que emite un computador a su lado- se lo indique. “One, two, three, go…”.
Mientras sus dedos recorren las teclas, algunas notas en la proyección se pintan de verde (acertadas) y otras de rojo (erradas). El maestro Javier Vergara lo alienta para superar la prueba, programada a una velocidad de 50 bpm (pulsos por minuto).
Al final, el programa califica su desempeño: 98 puntos. Y de inmediato, aparece un trofeo de oro en su galería de premios virtuales que se proyecta en la pantalla del computador.
“Con este programa se aprende música, solo que como en un videojuego. Es casi como Guitar Hero con fines académicos”, explica Ana Palacios de Jara, directora de la academia de música Arte y Armonía en Guayaquil.
Desde este año, la escuela para niños incorporó un ‘software’ musical a sus clases de piano, guitarra, bajo, violín y batería. El sistema computarizado reconoce el sonido que emite cada instrumento y juzga si la nota es correcta, gracias a una conexión con un cable.
El programa además almacena un registro de calificaciones y el progreso de cada estudiante durante los 10 niveles de estudio de la academia. “Cuando el estudiante llega a la torre máxima de premios gana el juego total. Pero para eso debe esforzarse porque al inicio son ejercicios básicos y luego se encontrará con piezas de Mozart o Beethoven“, recalca Palacios.
El ‘software’ permite a los alumnos tener su usuario y contraseña de acceso para practicar en casa. Los docentes también tienen sus cuentas para revisar la evolución de los estudiantes. Arte y Armonía utiliza este programa en sus tres locales (vía a la Costa, Albán Borja y Samborondón).
En otro de los salones del local en la vía a la Costa, y con la presencia del guitarrista de Guns N’ Roses pintado en una de las paredes, el maestro Ismael Arcentales adiestra a Jaime Salazar para usar el programa con los acordes de guitarra de la canción Yellow Submarine, de Los Beatles.
Este tipo de ‘software’ educativo fue diseñado en EE. UU. hace tres años. La directora de Arte y Armonía -academia creada hace cuatro años y que agrupa a 350 alumnos- tuvo un acercamiento con esta tecnología en el Namm Show de California, la feria más grande de productos musicales.
También existen otras alternativas como Magix. El programa permite grabar editar, organizar, digitalizar y crear todo tipo de música. La ventaja es que la producción de canciones tiene una alta calidad de sonido lo que permite una reproducción óptima.
La feria de la Asociación Nacional de Comerciantes de Música (NAMM) promueve la industria de productos musicales -que mueve USD 17 mil millones anuales-. Agrupa a unas 9 000 empresas de 87 países y recibe cada año a más de 95 000 visitantes.
En la plataforma de música se exponen las principales cadenas de venta al por menor, con innovadores productos musicales, instrumentos y tecnologías aplicadas a la música. Además, la NAMM también da apoyo económico a escuelas de formación.