La Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA) contaba con numerosos métodos para concretar sus programas de espionaje. De acuerdo con Jacob Appelbaum, investigador y periodista independiente, la agencia cuenta con la capacidad para convertir cualquier computador o teléfono, hasta un iPhone, en un espía privado.
El diario Der Spiegel publicó información referente a los recursos empleados por la agencia para obtener información confidencial de ciudadanos, funcionarios, instituciones y organizaciones, entre otros. Los ingenieros de la NSA tomaron partido de las vulnerabilidades de software y hardware de los equipos de cómputo para acceder a los datos requeridos.
Uno de los recursos empleados por los ingenieros de la NSA fueron los ‘exploits’: programas de espionaje instalados, sin consentimiento, en los sistemas operativos Windows. Gracias a las piezas de software referidas podían acceder a los datos de los usuarios sin ser detectados.
Los agentes de la NSA también instalaron modificaciones de hardware (los componentes físicos de los dispositivos electrónicos) en portátiles, teléfonos inteligentes, computadores de escritorio y servidores. Al parecer, la agencia intervenía los equipos durante la etapa de distribución y envío. En pocas palabras, modificaban los aparatos antes de que llegaran a la casa de los compradores. Se presume que la NSA contaba con la complicidad de algunos empleados de las empresas distribuidoras.
Se sabe que la NSA instalaba versiones modificadas de la BIOS (un sistema para controlar las funciones básicas de los componentes de un dispositivo electrónico, como lo son las memorias RAM, el procesador, los discos de almacenamiento y la tarjeta madre) con el fin de lograr una vigilancia efectiva sobre las actividades registradas en el equipo intervenido.
La NSA no solo espió computadores personales. También atacaron servidores marca Dell y Hewlett-Packard y equipos de comunicaciones. Instalaron programas como el Deitybounce e Ironchef, para acceder a los mismos sin limitaciones.
Dentro del arsenal de la NSA también se incluye el acceso a redes Wi-Fi. Los ingenieros podían interceptar señales inalámbricas hasta a 13 kilómetros de distancia. Las herramientas empleadas les permitían conocer, con exactitud, qué datos se estaban transmitiendo, de un punto a otro.
Además, instalaban sistemas que permitían llevar un registro de las pulsaciones de teclado (incluso si no estaban conectados a Internet) o programas para ver el escritorio de un usuario de forma remota, sin que este se diera cuenta.
Los teléfonos inteligentes también fueron intervenidos por la NSA. Los agentes de la agencia crearon soluciones como Dropoutjeep o Toteghostly para espiar los contenidos de los ‘smartphones’. Llegó a crearse una aplicación que permitía conocer la ubicación exacta de las terminales en tiempo real. Esto se lograba modificando tanto el sistema operativo como la SIM.