Fue la primera vez que descendió al fondo marino. Lo hizo a bordo del Alvin, un submarino con capacidad para tres tripulantes.“Fue una experiencia enriquecedora. Yo participé en dos inmersiones; una a 2 700 metros de profundidad y la otra a 1 700. Uno de los aspectos más interesantes de esta expedición fue el empleo del Alvin, un submarino científico que también descendió hasta el Titanic”.
Silvana Hidalgo, de 33 años, fue la única ecuatoriana que viajó en este vehículo en esta expedición.
El resto de investigadores que descendieron en las 26 inmersiones realizadas en este crucero científico fueron estadounidenses y un islandés. El crucero se efectuó desde el 15 de marzo hasta el 14 de abril de este año.
El Alvin tiene un habitáculo para tres pasajeros de solo dos metros de diámetro.
“Cuando descendimos todo estaba oscuro, solo se veían algunas luminiscencias que circulan en el agua”.
El objetivo del proyecto es conocer la influencia que ejerce el archipiélago de Galápagos en la expansión del fondo oceánico.
Algunas islas oceánicas son producto de la actividad de puntos calientes. Estos puntos están fijos en la corteza terrestre y son el resultado de la emisión de magma generado a grandes profundidades, probablemente hacia el límite entre el manto y el núcleo terrestres.
Hidalgo precisa que estos puntos calientes se mantienen activos durante millones de años y están quietos respecto del manto terrestre.
“Mientras la corteza se desliza sobre este, se forman cadenas de volcanes de los que solo está activo el que se halla en ese momento sobre la pluma de magma en ascensión”. Los ejemplos clásicos, apunta, son las islas Hawái, Galápagos e Islandia.
Los brazos mecánicos montados en el submarino tomaron varias muestras de basaltos marinos (rocas volcánicas) para este estudio.
Para estos investigadores, Galápagos es el sitio ideal para este tipo de trabajos.
Permite comparar los cambios de morfología, geoquímica y el número de centros eruptivos que están relacionados con la presencia del punto caliente de Galápagos. El trabajo científico que desarrollan estos investigadores en las islas Galápagos no fue sencillo.
Hidalgo y sus colegas permanecieron cerca de seis horas en el fondo marino, dentro del submarino, en una esfera de titanio de 2 metros de diámetro, que los protegió de la presión oceánica.
Se emplearon varios equipos, entre ellos, una herramienta diseñada para obtener imágenes del fondo marino en tiempo real (en ese instante). También un vehículo sumergible autónomo, llamado Sentri, que registró datos de batimetría -estudio de la profundidad marina- con una asombrosa precisión.
En Galápagos se tomaron 299 muestras de basaltos. Estos serán analizados en la Universidad de Hawái.
Después de Galápagos, el Alvin ya está listo para otra expedición. Quizás a mayores profundidades.