Escena de la obra de teatro musical ‘Natasha, Pierre y el gran cometa de 1812’ presentado en Quito. Foto Vicente Costales /El Comercio
La noche del 4 de septiembre se llevo a cabo el estreno de la obra ‘Natasha, Pierre y el gran cometa de 1812’. Una obra de teatro musical que fue producida en el 2011 por el estadounidense Dave Malloy, quien fue uno de los invitados especiales en la función de estreno.
Cuando todos los espectadores se habían acomodado las luces se apagaron y el telón se abrió para descubrir a los nueve músicos encargados de reproducir las partituras originales.
Lejos de los convencionalismos, los actores se dispusieron a los costados del salón lleno de mesas y butacas, desde donde dieron inicio a la interpretación de los primeros temas musicales.
El diseño de iluminación más el decorado y el vestuario de los intérpretes inmediatamente hizo efecto en el público que no tardó en involucrarse en la trama de intriga romántica ambientada en la Rusia de principios de 1800.
Basada en la obra ‘Guerra y paz’ de León Tolstoi, la obra sigue la historia de Natasha Rostova, una carismática muchacha comprometida con el príncipe Andrey Bolkonsky, quien presionado por su familia parte al extranjero postergando su compromiso por un tiempo.
Con la ausencia y la distancia las dudas que aquejan a Natasha se acrecentan cuando en su vida aparece el apuesto Anatole, quien no duda en cortejarla. Una red de conflictos empieza a desarrollarse mientras Natasha y Anatole deciden escaparse juntos. Plan que termina frustrado y desencadena una serie de desafortunados hechos impulsados por los celos, el amor y el odio.
Al final la desolación de Natasha solo podía compararse con el gran cometa que surcaba solitario el infinito espacio, buscando consuelo tal vez en una mano amiga.
Una de las particularidades de la obra es que los interpretes ejecutan sus acciones entre las mesas del público, lo cual desvanece la frontera entre el espectador y el actor generando una atmósfera de intimidad y complicidad.
Esa cercanía permitió a su vez apreciar el pulcro trabajo del maquillaje y del vestuario que entre texturas, diseños y colores resaltaba la personalidad de cada uno de los personajes.
Caracterización que se complementaba con la tensión, irá, sarcasmo y angustia que transmitían los actores con un completo dominio escénico y vocal.
Acciones que fluían armoniosamente con la fusión de ritmos balcánicos, pop, indie y electrónica.
Una obra en dos actos que el productor ejecutivo César Salazar dedico a la memoria de Robin Williams y Gustavo Cerati y que se llevó la ovación del público que disfruto de una impecable dramaturgia interpretada por María José Fabara, Charlie Calvache, Alejandro Izurieta, Diana Muller, Paulina Terán, Irina Valchak, Sergio Enciso, Juan José Moreno, Moisés Caravalí, Camila Samaniego y Grace López.